Pasó Bertha -¡qué buen nombre para una tormenta!- y gracias a Dios dejó mucha agua para acabar la sequía. Pero la temporada ciclónica sigue y pasada el agua olvidamos los peligros… Comenté recientemente que cada vez que llega la temporada ciclónica una buena parte de la población parece padecer de amnesia o idiotez colectiva, puesto que las autoridades deben repetir todo lo que llevan décadas diciendo acerca de qué hacer si viene un huracán.
En los últimos años los preparativos han ayudado a mejorar la preservación de vidas y propiedades ante los embates de los ciclones y tormentas. Pero todavía padecemos la vergüenza de tener barrios enteros de pobre gente aferrada a una casucha ribereña.
Nada, ni siquiera la pobreza o la flojera de las autoridades, debe justificar o excusar que esa gente “viva” allí… Será una buena cosa si aceleran los anunciados planes para forzar la salida de tantas familias desesperadas.