Hay enfermedades incurables. A veces afectan a organismos que no son propiamente del reino animal ni vegetal. Por ejemplo, la carcoma y el comején pueden destruir el más fino mueble o la biblioteca más exquisita.
Y mientras ocurre esa destrucción su apariencia es engañosa, pues dan la impresión de estar relativamente sanos, sin síntomas de estar corroídos por dentro de manera fatal. Algo así está ocurriendo con el PRD.
Una parte importante del electorado anhela sentirse representado por un partido distinto al PLD. Parte del empresariado, aun cuando se entienda con Danilo o Leonel, preferiría dar paso a la alternabilidad partidista.
Pero, ¿quién con sano juicio va a poner al país en manos de unos políticos incapaces de ponerse de acuerdo sobre cómo ponerse de acuerdo? Mientras cada convención del PRD signifique balaceras, tirijalas, denuncias de fraude y otras diabluras, difícilmente habrá suficientes votantes para que sean opción de poder.