En el artículo anterior hice referencia a cómo la gente se aferra a creencias de su entorno y cómo puede verse impedida de realizar proyectos que probablemente lograría si tan solo estuviera convencida de que sí puede.
Cada día hablamos con nosotros mismos, y más del 80 % de las veces nos reprobamos y descalificamos con pensamientos negativos tales como: “sabía que no lo lograría” o “nunca he sido bueno para esto”.

Para detectar tus creencias limitantes, ahí tienes un buen punto de partida. Según múltiples estudios, generamos más de 50 mil pensamientos negativos con los cuales nos agredimos.

Empieza a identificar esas expresiones que te dices. Podría ser útil que las anotes; la próxima semana necesitarás esas notas.

Una vez que esas creencias limitantes te asalten, pregúntate ¿por qué no te sientes capaz de lograr ese objetivo?, ¿qué te impide llegar ahí?, ¿cuáles son las barreras que te bloquean el paso? Funciona igual cuando se trata de vivir acorde con tus valores.

Hay millones de personas que están presas de trabajos que no les gustan, pero… que les impide hacer el trabajo que sí quieren hacer? Es el momento de pensar ¿porque permanezco aquí, qué me impide ir tras ese sueño de autonomía? Si como respuesta a tus preguntas obtienes respuestas como que solo eres bueno para hacer eso que haces ahora, estás preso de una creencia limitante.

Las creencias limitantes están abrazadas por: desesperanza (el objetivo no es realista), impotencia (el objetivo es realista, pero yo no soy capaz de lograrlo) y ausencia de mérito ( no lo merezco, es demasiado).
En la próxima entrega aprenderemos a encontrar creencias potencializadoras que nos permitan derribar las limitantes y empujarnos en la dirección anhelada.