El Consejo de Regidores del Ayuntamiento Nacional recién inició un proceso de evaluación de si modificar o no las actuales regulaciones relativas a las densidades humanas en el llamado polígono central de Santo Domingo.

El objetivo aparente es modificar la Resolución Municipal 94-98, que en su momento dispuso los límites a las construcciones en dicha área urbana.

Las últimas dos décadas han visto cómo la ciudad crece horizontalmente sobre las mismas calles que fueron trazadas para residencias sobre vías estrechas y sin las provisiones necesarias de agua potable y alcantarillado sanitario para una densidad mayor que el de residenciales unifamiliares dispuestas en amplios predios.

Se dejó construir edificios, cada vez más grandes y altos, teniendo estos que perforar pozos para obtener agua potable y enterrar sus desechos humanos.

Hoy en día apenas se puede circular en vehículos, en medio de un caos y falta de espacios, amén del pobre peatón que no cuenta con aceras corridas y hábiles, y peor para personas con impedimentos físicos.

En vez de apropiarse de solares baldíos y construir los necesarios parques de recreación y parqueos para los vehículos, se persigue el mero lucro, autorizando nuevas y más densas construcciones.

No podemos seguir destruyendo nuestro hábitat con mayores construcciones, y menos aun sin las necesarias vías de circulación y sin la provisión de la infraestructura sanitaria necesaria. La excusa de contener el crecimiento horizontal de la ciudad es una falacia, ya que dicho crecimiento es impulsado más por la miseria y la inmigración hacia las periferias que por falta de construcciones multifamiliares.

Atentar contra las actuales regulaciones de densidad humana es caminar hacia el caos y la destrucción. No podemos dejar que la ambición y especulación inmobiliaria domine a la ciudad, ni que nuestros ediles le falten a la lógica y buen sentir. Rechacemos estos nuevos intentos de destruir el ya frágil ecosistema urbano de Santo Domingo.