Jared Diamond dedicó en el 2005 el capítulo 11 de su libro “Colapso” al caso de la República Dominicana y Haití para estudiar por qué, pese a compartir una misma isla, nuestras trayectorias históricas han seguido cursos tan divergentes.
Mientras en uno la desforestación y la erosión del suelo son alarmantes, en el nuestro tenemos la “más extensa red de parques nacionales de país alguno” que protege nuestras cuencas, sin cuyo caudal no tendríamos presas hidroeléctricas generando 687MW, aportando 14% a nuestra matriz energética.Esto dem
uestra la importancia de la continuidad del Estado en la consecución de prioridades nacionales. Y esa, según Diamond, explica nuestras diferencias, pues sin gobernabilidad adecuada no es posible el desarrollo sostenible.
Como sostenible es el imparable crecimiento de nuestra generación eólica y solar. Mientras en 2011 se instalaron los primeros proyectos de 33.5MW, a la fecha la capacidad total ascendía a 559.5MW.
Según Omar Ramírez, coordinador del programa CDEEE-Renovables, 51MW adicionales de generación eólica podrían entrar en operación de aquí a fin de año.
Esto significa que en menos de una década prácticamente se duplicó la capacidad de generación renovable, complementando las hidroeléctricas que tantas décadas costó construir a un costo de inversión muy superior.
De mantenerse esta tendencia, las renovables representarán 30% de la matriz para el 2021, adelantándonos en 4 años a lo prometido por el presidente Danilo Medina en la Cumbre de París del 2015.
A pesar de la pandemia que hoy vivimos, las renovables en países desarrollados viven su mejor momento. La energía que generan se sirve primero que las demás, pues tienen prioridad para el despacho.
Utilizan la última tecnología disponible, cuyos costos de inversión son cada vez menores.
Y al aprovechar la luz solar o el viento, su costo marginal es cero. Estas condiciones también se dan en nuestro país. Además, nuestro marco legal contempla opciones que aceleren aún más su crecimiento.
Si algo diferencia a las renovables de las convencionales es su rentabilidad a pequeña escala. Eso posibilita la generación descentralizada, a nivel de empresas y hogares.
Conectadas a redes de transmisión inteligentes, pueden aportar al sistema cualquier superávit producido, contribuyendo así a las necesidades del resto del país.
En un país que por décadas invirtió en plantas generadoras de emergencia contaminantes y ruidosas, la posibilidad de reemplazarlas por paneles solares debiera hacerse realidad con la mayor celeridad.
No sólo empresas y hogares, sino también cooperativas son elegibles para la generación descentralizada, con el incentivo adicional de poder recibir como pago por la energía servida al sistema el mismo precio por KW/hora que pagan como usuarios, conforme lo dispone la reglamentación vigente.
En “Crisis”, su libro del 2019, Jared Diamond identifica al cambio climático y las pandemias como dos de los desafíos que pueden dar al traste con la raza humana. Ya consumimos más agua que la que recibimos en las lluvias.
Fincas y hogares, hoteles e industrias se están, literalmente, bebiendo las reservas. Las renovables podrían pronto ayudarnos a aligerar parcialmente la carga. Y quizás generar suficiente como para atender a los vecinos.