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DAJABON.-Hay puntos en la frontera dominico-haitiana donde parece que no hay ley.
La preocupación, la tensión del ambiente, las miradas sigilosas y el susurro de los que allí hacen vida productiva atemorizan a los más sagaces visitantes.
Los caminos son estrechos y de tierra, pendientes repentinas ponen a prueba los vehículos, los cuales a la vez son cubiertos por la arboleda circundante.
