Al hablar de comportamiento ético nos referimos a una actitud de vida íntegra, recta, justa, que dicho sea de paso nos ayuda a tener una vida mejor y una más correcta relación con los demás.
La ética busca alcanzar ideales (no utopías) en el desenvolvimiento de la vida del ser humano, tanto en el orden privado como en la esfera de la vida pública, a la que a veces se está ligado en funciones de administración. Cuando en nuestra acciones y en nuestras relaciones con los demás se nos reclama actuar éticamente se nos demanda vivir mejor, sabiendo practicar los deberes de justicia que hay que cumplir (Adela Cortina).
Uno de los valores que debemos tener como referencia en el desenvolvimiento ético es la equidad. Es decir, desenvolvernos propiciando la igualdad de oportunidad para todos, actuando sin poner ningún tipo de traba para que el país disfrute un mayor equilibrio en lo social y en lo-económico. Una perspectiva ética de nuestra realidad nos obliga a entender que la desigualdad y las injusticias son una construcción social, no un producto de la escasez, sino una mala determinación humana.
Nos preocupan sobremanera los grandes déficits éticos que vivimos en la República Dominicana, tanto en la cotidianidad doméstica, como en el quehacer público administrativo; estos déficits en ocasiones parecen ser insalvables. Pero también nos parece positivo que cada vez más sectores reclamen y propaguen lo necesario de que alcancemos una sociedad de mayor equidad para lograr una mayor cohesión social, armonía y seguridad ciudadana.
A este respecto nos satisface que en un seminario propiciado por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (MESCYT), el día 15 del mes en curso, y que fuera reseñado por el hermano periódico “HOY”, la joven rectora, Odil Camilo, de la Universidad Iberoamericana (UNIBE), una universidad para jóvenes estudiantes de los estratos altos de la sociedad dominicana, haya señalado en su intervención “… que el país crece cada año, pero existe mucha desigualdad, lo que constituye nuestro reto más importante”. ¡Bien dicho!
Actuar con justicia es un gran reto ético que tenemos. Confrontar y cambiar la desigualdad que hace de nuestra sociedad una sociedad dividida en dos o en tres, es uno de nuestros mayores desafíos.
En el país muchos individuos e instituciones actúan sin justicia y eso no puede ser.
Cada empresario, cada funcionario, cada empleador, cada burócrata militar, cada actor social, individual o colectivo que no se apega en su forma de pensar y de obrar a la justicia, actúa en contra de la ética, y tendrá que pagar por ello, si no rectifica, en algún momento.