A raíz de la publicación en esta columna de un listado de buenos sueños para nuestro país con motivo el nuevo año, he recibido no poca correspondencia contentiva de otros deseos dignos de ser considerados. Y para no ser egoísta, comparto a continuación los que me hace llegar el licenciado Ángel Gomera, como cosas que él quisiera que ocurran habitualmente entre nosotros.
Aquí van:
“¡Un buen trato hacia los demás! ¡Un reflejo de paz en mi proceder! ¡Un gesto de cortesía en las calles! ¡Un aplauso a la honestidad! ¡Una sonrisa que contagie! ¡Un beso en la frente a un hijo(a)! ¡Una canción que edifique y reavive la llama del amor! ¡Un valorar las acciones transparentes! ¡Un perdón que sana y libera! ¡Un grito de esperanza que rompa los obstáculos del pesimismo!
¡Un brindis que promueva el compartir y la alegría! ¡Un te amo que sea ‘trending toping’ en todas las familias! ¡Un éxito que sea fruto del esfuerzo y del trabajo! ¡Un abrazo que nos vuelva más humano! ¡Un estoy aquí que alienta y anima!
¡Una ciudadanía que marque el ejemplo! ¡Una fe que se transmita con el testimonio! ¡Un diálogo como alternativa efectiva a la solución de los conflictos! ¡Un corazón lleno de sentimientos puros, capaz de doblegar el odio y el resentimiento!
¡Una felicidad como meta! ¡Una conciencia que se deje llevar del susurro del bien! ¡Unas manos que siempre cedan a la solidaridad! ¡Un respetar la vida sin depende! ¡Un progreso con equidad! ¡Una taza de café con aroma de armonía entre vecinos!
¡Una libertad sin desenfrenos! ¡Una verdad sin doble rostro! ¡Una justicia con alma sincera! ¡Deben ser tendencias que dominen en todos los escenarios del ser humano! ¡Ojalá que sean modas a seguir en el próximo año y en todos los demás que nos restan por vivir!”