El deseo sexual es previo al contacto como tal, es un apetito o impulso producido por la activación de centros cerebrales que se conectan con otras zonas de la corteza cerebral, que normalmente ante un estímulo adecuado y no habiendo interferencias o inhibiciones, ponen en marcha la respuesta sexual.

Además de las reacciones cerebrales por la activación de esos centros, interviene el organismo en su totalidad, en un proceso psicosomático que incluye también las actividades hormonales y las cognitivas.

Estas actividades cognitivas engloban tanto las experiencias sexuales o aprendizaje, como sus motivaciones o intereses en el momento de la respuesta sexual.

El hombre y la mujer no se diferencian en cuanto a la presencia o no del deseo sexual o en cuanto a la intensidad del mismo, si lo hace, en la manifestación del deseo sexual en sí.

La fase de deseo en la respuesta sexual es la primera y se produce a partir de un pensamiento, ensoñaciones o una fantasía, que produce un interés de llevar a cabo algún tipo de actividad relacionada con ellos.
La libido o deseo sexual es inmedible, no cuantificable e identificable.

Más, puede ser afectado por múltiples causas y producir una alteración en la respuesta sexual humana. Las causas pueden ser orgánicas, psicológicas, sociales y basadas en problemas de pareja.

Los tipos de trastornos son: deseo sexual hipoactivo (DSH), la aversión sexual y el deseo hiperactivo, a los cuales nos referiremos en la próxima columna.

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