Frecuentemente extranjeros visitantes se atribuyen cierta superioridad ética y moral para cuestionar asuntos dominicanos. Quizás por pendejos, rara vez zapateamos en reclamo de la propia dignidad.
El destino alcanzó a varios de esos prepotentes que vienen a Santo Domingo con ínfulas proconsulares o como malos émulos de la East India Trading Company, que con apenas tres mil funcionarios civiles colonizó toda India y tres o cuatro países adyacentes. Un ejemplo es el de Virgilio Levaggi, director regional de la OIT para Centroamérica, Haití y República Dominicana con sede en Costa Rica, acusado por cinco personas de abuso sexual, de 36 casos en que estaría envuelto.
Otro es el de Oxfam, ONG inglesa responsable de mucha maledicencia contra nuestro país con el tema migratorio haitiano.
Resulta que los santos varones enjuiciadores de la moral y legalidad dominicana, destacados en Haití en 2011, contrataron reiteradamente prostitutas (y no para “estudiarlas”), según un escándalo en Londres cuyas consecuencias podrían incluir –aparte de sanciones penales— el cese de financiamiento oficial a Oxfam. ¡Esos bandiditos, enjuiciándonos!