Desde Troya hasta Roma y más allá

Desde Troya hasta Roma y más allá

Desde Troya hasta Roma y más allá

Nunca se hizo tal viaje, porque mientras Troya ardía Roma no existía en ninguna perspectiva, y sin embargo…, muchos (as) hemos hecho viajes así, con nuestros emprendimientos, a veces rústicos.

Con estos emprendimientos iniciamos caminos que sin percatarnos nos renuevan y los que junto a los de los otros, coincidentes, como flores en primavera, no sabemos hasta donde nos llevarán. Fundamos nuestros futuros sin sospecharlo, atendiendo a nuestras necesidades, con un balance en rojo en cada tiempo.

Es lo que hace que a posteriori se comenten nuestras proezas, pero en realidad, lo que fue grande era el apremio.

Virgilio el gran poeta latino –muchos siglos después de los hechos que relata-, dice que Eneas fundó a Roma, escapando tras la destrucción de Troya, uniendo sobrevivientes desprovistos de todo, excepto de la memoria de sus orígenes, de la nobleza de sus ancestros, de sus trágicas experiencias; sostenidas por el vigor de su juventud, atando virtudes con dignidad, direccionando sus actos en nuevas y más heroicas luchas, hacedoras de todo lo que fue o devino en ser Roma; en un principio nada, excepto dignidad derrotada, carente, refugiada y prófuga entre 7 colinas agrestes, con algunos habitantes salvajes en la comarca de los montes del Palatino.

¿Fue necesario el caos de la destrucción de la amurallada Troya, para que Roma surgiera y desde ella occidente? ¿Cuántos nuevos occidentes nacerán de las nuevas Troyas destruidas desde 1914 hasta hoy, dormidas con sus caballos –las ONG- dentro de sus plazas?

Con la historia que resumo quiero alertar igual que reivindicar, dándole su perspectiva histórica realista al pueblo dominicano de 1965 y de hoy, el que prosiguió haciendo como pudo nuestra revolución democrática, desatando nuestro desarrollo que de otra forma representamos armados, siendo los menos aptos para continuarla, aunque rompiéramos sus cadenas, trasladándose su impulso por 50 años a emprendimientos que hoy nos distinguen, pero que nos falta equilibrar con la distribución social de los beneficios del desarrollo que económica y tecnológicamente exhibimos, en una región que con nuestra fiebre de entonces igual se levanta, aunque aún no se nos vea en el trayecto recorrido de Troya a Roma, de contrarrevolución a revolución, alcanzando el desarrollo, pero carente de distribución social, su déficit.

Después de la guerra, con los constitucionalistas me he vinculado poco, pero con respeto mutuo. Considero que después que “los Griegos” regresaron muchos compañeros (as), se quedaron medrando entre las ruinas de nuestra Troya. Yo seguí para Roma sin detenerme allí, sintiendo vergüenza ajena. Se puede perder todo, menos la dignidad.

En quienes la han alcanzado, en ella vive la esperanza, todo nivel de esperanza. Con Troya ardiendo, el descuido de esa noche debió ser vergonzante para sus habitantes, bajo degüello, como para nosotros lo ha sido en tan diferentes formas, obligados a ver parcelarse el Estado, dividido como botín de piratas hasta la presidencia de Danilo y sus equipos, a quienes respaldo justicieramente, porque está haciendo el trayecto lógico de esta revolución que se estanca sino se abre.

El desarrollo como los árboles va expulsando escorias que forman nuestra corteza, la que nos avergüenza, pero esta, solo la pasa quien la siente, si la tiene, como medula en el hueso.

El estímulo del buen ejemplo dirigente, es lámpara que se apaga en los demás, si el recipiente esta carente de gas para iluminar. Elijamos nuestra participación entre los intereses del oscurantismo y los de la ilustración, sin desmoralizarnos ni envanecernos por los resultados. Luchemos, la historia sigue desde Troya a Roma y más allá.

En febrero que es el mes de la patria, y la patria es el pueblo, escribo para glorificar los últimos 50 años, no al pasado anterior, sin peso, un recipiente medio lleno o medio vacío, que después de 1965 hace su mejor presencia histórica, cuando los dominicanos y las dominicanas nos constituimos como energía emprendedora que nos amerita a todos, a compañeros y a opositores; a virtuosos y a delincuentes.

Es un error subestimar a ningún dominicano; todos(as) podemos fundar a Roma o destruirla. Olvídense de los “ilustres” cartones y veamos los ilustres de hoy, de carne y huesos y haremos el mejor culto a la patria, donde cualquier día es otro y mayor 27 de febrero en nuestro viaje.



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