Unos días atrás, en una llamada casual por teléfono, me preguntaban cómo estaba y cómo me estaba “haciendo” con el encierro impuesto por la Covid-19. Mi respuesta fue la misma que normalmente doy a esta interrogante: “Todos estamos bien en casa, saliendo sólo a lo necesario y trabajando desde casa hasta que las condiciones permitan lo contrario”.
Alegrándose de que todos nos encontráramos bien, continuó con otra pregunta: ¿Y no te estás volviendo loca con tanto encierro? Mi respuesta fue negativa por muchas razones, pero lo que me sorprende es que esta interrogante es recurrente en la mayoría de las conversaciones, no sólo las mías.
Literalmente y en buen dominicano, un gran número de personas se “están jalando los cabellos” por el claustro derivado de las medidas impuestas por el Gobierno.
Aunque muchos entienden que estos meses de #QuedateEnCasa han sido necesarios para cuidarnos y cuidar a los demás, no todos han encontrado paz ni sosiego en las paredes de su hogar, ni en el calor de la familia, pues esta pandemia ha multiplicado las preocupaciones y dado un matiz diferente a la incertidumbre.
Desde el otro lado de la acera no podemos saber a ciencia cierta la realidad emocional, económica y laboral del otro. De este lado de mi acera, sí puedo decir que estos meses han sido un gran reto, donde he tenido que replantear muchas cosas, organizar otras y tomar muchas decisiones, algunas no tan agradables. No he sido la única que lo ha hecho ni la última en hacerlo.
Sin embargo, aunque no sé si otros lo piensan así, mi regla de vida es buscar siempre el lado positivo a lo que me pasa. Y es en las tempestades que mis raíces se afianzan con más fuerza en la tierra, aunque después que amainen los vientos me quede sin fuerzas.
Aunque no ha terminado el 2020 y todavía le quedan unos cuantos meses, lo que he vivido de él ha dejado muchos aprendizajes y, a pesar de las circunstancias, algunos puntos positivos a mi favor. Más tiempo con mis hijos, más cuidados y descansos para mí y menos estrés, son sólo algunos puntos de la ecuación.
¿Te has preguntado si en verdad estás viviendo como realmente quieres vivir o simplemente estás cumpliendo un requisito? Si dices sí a la última parte, es tiempo de revisar tus prioridades.