Descuido en promoción y prevención de la salud

Descuido en promoción y prevención de la salud

Descuido en promoción y prevención de la salud

Cualquier intento de negar a la gestión que encabeza el presidente Danilo Medina sus esfuerzos por mejorar los servicios de salud a la población, resultaría en una mezquindad inaceptable y actitudes propias de “haters” u “odiadores” que generan cotidianamente contenidos en las redes sociales.

Actualmente se completan miles de millones de pesos en inversiones en más de 60 de los principales centros de salud diseminados en toda la geografía nacional.

Aunque esa decisión política es plausible, no resulta suficiente para alcanzar los propósitos deseados.

Esto así, porque solamente abarca la salud curativa, que siempre será incosteable para cualquier país de economía baja o media.

Y a partir del incremento de casos de enfermedades prevenibles, como el dengue, la malaria y hasta la rabia humana que se han venido registrando, se genera la percepción de que a la salud preventiva no se le está prestando la debida atención.

Luego de la creación del Servicio Nacional de Salud, mediante la Ley 123-15, las funciones esenciales del Ministerio de Salud Pública quedaron reducidas a labores de rectoría y la promoción y prevención de la salud.

De manera particular, la misión del Ministerio de Salud consiste en “garantizar el ejercicio del derecho a la salud de los habitantes del país y su acceso equitativo a servicios integrados e integrales de salud, promoviendo la producción social y orientando las intervenciones a la protección social de la salud…”.

Los países que se han colocado en los primeros lugares de bienestar social tienen en común que aplican efectivas estrategias de prevención de enfermedades y disponen de barreras de control epidemiológico que les protejan de potenciales amenazas sanitarias, garantizando así la viabilidad de las acciones dirigidas a alcanzar niveles óptimos en la calidad de vida de sus habitantes.

Una sociedad que no promueva y ejecute estrategias efectivas de prevención de salud, estará permanentemente enferma, y por lo tanto, verá mermada su capacidad productiva y limitadas las posibilidades de desarrollo.

Las alarmas con la malaria y del dengue de este año no han sido las únicas; a finales de marzo de 2018, el Ministerio de Salud emitió una alerta epidemiológica nacional para prevenir un posible brote de difteria, después del fallecimiento de un niño haitiano de 4 años con síntomas de esta enfermedad y que había llegado al país recientemente procedente de la República de Haití.

La salud colectiva amerita de serios compromisos que impliquen la concertación de alianzas público-privadas, asumida por las autoridades sanitarias sin vacilaciones en un mundo global y competitivo.

Nadie puede negar, con argumentación válida, que el crecimiento económico de la República Dominicana ha sido uno de los más robustos y consistentes América Latina en las últimas tres décadas, posibilitando de esa manera la generación de riquezas para desparramar bienestar a segmentos poblacionales que habían sido tradicionalmente excluidos.

Pero esto no podría mantenerse, si no cuidamos la salud física de nuestros habitantes.

El Ministerio de Salud Pública debe, con vocación de articulación social, llamar a una gran movilización de la sociedad en campos y ciudades, procurando crear la conciencia necesaria acerca de los beneficios de prevenir enfermedades.

En caso de que eso no se haga, los hospitales permanecerán abarrotados de enfermos, a un costo imposible de cubrir ni por el Gobierno ni por los usuarios.

Resulta riesgoso para la economía dominicana el descuido en la salud preventiva.
¡Vamos todos a las calles a promover la salud colectiva!



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