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Descubriendo nuevos mundos

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.
📷 Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

Si de algo estoy segura en esta vida es que he construido a la mujer que soy a base de determinación, aunque debo confesar que muchas veces lo he hecho muerta de miedo.

Muchos creen que los logros llegan cuando se camina sin miedo, cuando se es fuerte, imbatible y segura, o simplemente cuando se es organizada, planificando y calculando cada paso.

La realidad es otra, creo que es más atrevimiento que otra cosa, pues la mayorías de las veces, mis decisiones responden a una simple pregunta, ¿puedo vivir con el resultado de mis acciones, bueno o malo? Si la respuesta es sí, sin pensarlo me tiro y muchas veces de cabeza.

Lo que no todos saben es que el miedo es uno de mis motores más poderosos porque aprendí a no dejar que me paralice. Esa fue la lección que me regaló un viaje a finales de los 90, cuando me enfrenté a una de las experiencias más transformadoras que recuerdo… simple, pero poderosa.

No sabía nadar y aun así acepté la aventura de hacer ‘rafting’ en los rápidos de Jacomulco, México, durante una de las ediciones del ‘Marlboro Adventure Team’. Mi parte racional me gritaba que no lo hiciera, que aquello era demasiado para mí, pero el corazón me susurraba que era una oportunidad que tal vez no se repetiría.

En esa época era más tímida de lo que muchos pueden imaginar, y eso jugaba en contra de mí muchas veces… pero el aire estaba impregnado de la adrenalina de los participantes y, con mi salvavidas y un miedo atenazante, decidí que este sentimiento no asfaltaría mi camino.

No solo hice rafting, al salir de los rápidos nadé con mis compañeros de balsa en las aguas más tranquilas, al día siguiente me lancé en rapel, recorrí en jeep senderos difíciles y atravesé un circuito de tirolesa. Todo lo hice con miedo, pero también con la certeza de que al otro lado de esa frontera había una versión de mí más fuerte, consciente y libre. Y así fue: descubrí que podía más de lo que creía.

Un sutil recordatorio
Este recuerdo regresó a mí hace unos días, al llegar a Manaus, Brasil, invitada por la empresa de ciberseguridad Kaspersky. El avión aterrizó de madrugada, y para llegar al hotel, los guías me informaron que debíamos cruzar el río Negro en bote, un trayecto de unos 15 minutos en completa oscuridad.

Las 3:00 de la madrugada, un bote de motor, tres guía y un periodista de Costa Rica que conocí al llegar al aeropuerto, Luis Solís (que luego me confesó que estaba aún más asustado que yo), eran los hechos. No niego que sentí cierta aprensión, pero asentía y caminaba.

Paradójicamente, al arrancar el bote, lo único que pensaba mientras avanzábamos en la oscuridad sobre aquel río inmenso era que lamentaba no poder ver el paisaje, porque intuía que debía ser de una belleza extraordinaria.

El miedo no desaparece, pero he aprendido que, cuando no lo dejamos dominarnos, nos empuja a crecer y descubrir mundos -internos y externos- que jamás habríamos explorado.

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