Porque… Toda pena, siempre
Tiene su cura.
Si no nos matan los tiranos,
Nos masacran los demócratas.-
Nicolás Maquiavelo, uno de los actores más importante del movimiento renacentista, se le atribuye el haber querido que no sólo el príncipe fingiese a su tiempo virtudes, sino que además, pretendió crear una política basada en la maldad, argumentando que se perdían los hombres, cuando no sabían ser malos. Dando a entender con esto, que para él, lo principal no era determinar si el problema era moral o ético, cuando se trataba de si un líder debía tener virtud en verdad o solo en apariencia.
Después de tantas decenas y decenas de años continuamos en la misma discusión. Los adelantos en todos los sentidos, principalmente en lo mediático, ha contribuido a que toda una generación de políticos considere en realidad que esos principios, solo deben de ser en apariencias, cubriendo la realidad y la falta de los mismos, con el poder, tirando por el suelo uno de los más elementales principios enunciada por SunTzu, de que “con fuerza muy superior –como hace tiempo estamos viviendo en este país-, siempre se puede actuar con magnanimidad, sin beligerancia, con predisposición al consenso”. Al parecer, estuvo equivocado, si nos llevamos del cómo se ejecutan ahora las acciones desde el trono y su séquito.
En los últimos años hemos inventado muchos términos hipócritas para engatusar los más débilesy aquellos desprovistos de los más elementales conceptos del cómo deben ser las cosas. Tenemos consenso para todo, pero siempre se impone la fuerza. Tenemos comisiones casi para todo y miles de leyes selectivas y medalaganarias, que sólo son aplicadas cuando al poder le viene en ganas, principalmente contra los más débiles. Todo nos lleva a creer que se está aplicando la primera versión del darwinismo- enfrentamiento salvaje en el que solo sobreviven las especies más poderosas y los individuos más fuertes-.
Me parece, que la humildad es solo para los pobres, y la altanería y prepotencia, para los que se han hecho dueños del país en todos los sentidos.Unos con principios fingidos y otros –los más-, con indelicadezas. El solo pensar en la hipótesis de una condición situacional de adaptación al entorno y la simbiosis de diferentes especies, de la coexistencia basada en la sinergia y la complementariedad, -como han opinado reputado autores-, es simplemente en estos momentos, una utopía.
Las Fuerzas Armadas institucionalmente, se desgranan como si fueran una mazorca de maíz y nada pasa. Designaciones aberrantes, violatorias a la ley orgánica, de personas ejerciendo funciones por encima de cientos de oficiales profesionales, con más de veinte años en la carrera que ya no tienen esperanza alguna de llegar a cualquier posición de importancia, porque cuando no son los guardaespaldas, son aquellos favorecidos por sus aportes políticos o de ¿cariños?, cualquiera que sea la causa, apestan y causan vergüenza hasta los que aún no han nacido y tienen como destino la honrosa profesión de militar.
Las instituciones militares habían sido llevadas hasta los envases de basura, por parte de los espalderos apoyados por los políticos, pero ahora, la han llevado directamente al basurero de Duquesa. Las FFAA no están bien en ningún sentido. La ley orgánica fue solo un acto más de hipocresía política, un burdo ejercicio de un grupo de militares teóricos desacreditados en su mayoría, asesorados por otro grupo de indelicados “honorables”, y al igual que la sustituida, que pereció virgen, porque nunca le pusieron la mano a menos que fuera para aplicarla a un desprotegido, a esta le fue peor, porque nació nati-muerta, la violaron en el vientre y continúan haciéndolo. La realidad es que da asco, pero a nadie le importa, quedando nada más el ofensivo consuelo, de que nada dura para siempre.
Si las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, no estuvieran mudas, para conveniencia de los políticos, hoy día, no habría ciclón alguno que les quitara las primeras planas de los periódicos, si, así de mal están. Queremos y supuestamente tenemos un gobierno democrático, ese donde la mayoría lo elige precisamente para que gobierne para todos, donde se supone la vigencia efectiva de innúmeras instituciones, entre las cuales, sin lugar a dudas, deben estar aquellas que le permitan al gobierno ejercer el monopolio de la violencia, con el fin de mantener el orden, porque las violaciones a las leyes sin consecuencias y quien las ejecute, simplemente, no son leyes.
Me gusta la democracia a la que se refirió Pericles, en su oración fúnebre ante las victimas del Peloponeso: “Nuestra Constitución se llama democrática, porque su fin es la utilidad del mayor número y no la de una minoría”. No más señor magistrado, y que Dios nos proteja. ¡Si señor!