Este 16 de mayo se realizará un taller de capacitación para la conformación de Unidades de Gestión de Riesgo de las universidades e institutos superiores.
La Red de Universidades de Latinoamérica y el Caribe por la Reducción de Riesgos de Desastres, por sus siglas Redulac/RRD, espera reunirse para promover la investigación en temas similares y contribuir con la sostenibilidad ambiental y el desarrollo de los pueblos. La Universidad del Caribe será el punto de encuentro, de 8:30 a. m. a 4:00 p. m.
Mientras escribo, bajo la coordinación del Misterio de Defensa, el Centro de Operaciones de Emergencia (COE) y la Universidad Iberoamericana (Unibe), se realiza un simulacro sísmico, con evacuaciones parciales en entidades gubernamentales y privadas.
Deseo agradecer al amigo Lorenzo Cuevas, director ejecutivo de la Red de Rectores de Universidades (ADRU) por invitar a la Universidad Católica Santo Domingo (UCSD), y por crear un comité de vigilancia para favorecer los estudios y publicaciones necesarios para salir airosos de los desastres en nuestra nación. También al liderazgo de monseñor Jesús Castro Marte, que ha expresado que es tiempo de un observatorio para el estudio de los desastres naturales.
En el ámbito de la investigación criminal, necesitamos estar preparados para los fenómenos naturales llamados desastres. Son fenómenos masivos, como los terremotos, ciclones, las inundaciones, los tsunamis, pronto habrá guerras y desplazados.
Aunque existe suficiente experiencia para convertir a los desastres naturales en una ciencia: la desastrología forense, por una necesidad de que exista la sospecha de que una muerte pueda ser provocada durante el siniestro, la Justicia considera que pertenece al Estado investigar las muertes que allí se puedan producir, para descartar o confirmar la violencia humana.
Los desastres son teatros de operaciones, escenas complejas: hay muchos cadáveres en forma masiva, y hay muchos desaparecidos vivos sin identificar.
Es un mito creer que los cadáveres causan epidemias o que los cuerpos representan una seria amenaza de epidemia si no se les entierra o quema inmediatamente: aun después de una o varias semanas es posible encontrar a estas víctimas.
Lo principal es regirse por lo que ordena la OPS/OMS. Desde su punto de vista, no puede violarse el principio de dignidad, negar a las víctimas la identificación y entierro apropiados de sus cuerpos. El uso de fosas comunes o la cremación de las víctimas sin antes identificarlas está prohibido.
Las agencias forenses emplean métodos novedosos para documentar los cuerpos, conforman un equipo multinacional de fotógrafos expertos, antropólogos, rescatistas, y médicos. No se emplean policías, sino militares, porque las desapariciones no han sido forzosas, ni las muertes que se espera ver sean un homicidio.
Con el fin de determinar el monto de los desaparecidos y las víctimas se habilita una locación para entrevistar a familiares o víctimas indirectas de los casos planeados; se elabora una lista de huéspedes (familiares) a la que acuden a averiguar sobre la suerte de sus miembros no encontrados.
El país debe estar preparado para los desastres masivos y para realizar trabajos médico-legales frente a situaciones de recuperación, traslado, identificación y disposición transitoria y final de las víctimas.