Daris Javier
En el actual contexto de crisis sanitaria, derivada en una crisis económica, resulta fundamental entender la orientación que las circunstancias obligan a manejar la política monetaria y el nuevo rol que tienen los Bancos Centrales. Y ha de ser así dado el hecho de que desde mucho antes de la crisis sanitaria, la política monetaria ya era objeto de una transformación relevante que ha impactado en la actividad económica a escala global.
Pero resulta que tradicionalmente el manejo de la política monetaria se ha articulado para alcanzar determinados objetivos finales como el nivel de empleo, control de la inflación, crecimiento del PIB, equilibrio de la balanza de pagos, entre otros.
Para viabilizar el alcance de estos objetivos se han regulado variables como la base monetaria, la liquidez bancaria y la tasa de interés, implicando esto la utilización de los instrumentos monetarios como el encaje legal, las operaciones de mercado abierto y los redescuentos.
A raíz de la crisis financiera del 2008 y, luego, con la crisis del Covid-19, los diferentes bancos centrales de las economías del mundo desarrollado han reorientado su accionar de política monetaria con una visión no convencional cuyo objetivo ha sido proteger y salvar la economía global.
En efecto, estas políticas no convencionales, esencialmente, residen en mantener los tipos de interés a niveles muy cercanos a cero y en algunos casos negativos, en la adquisición de activos financieros.
La literatura económica permite una mejor compresión de por qué se ha migrado de una política monetaria convencional a una política monetaria no convencional. En efecto, una razón poderosa de tal cambio es con el objetivo principal de alcanzar un cierto crecimiento en las diferentes y, por supuesto, lograr controlar los niveles de inflación y con ello preservar la estabilidad monetaria.
La migración hacia una política monetaria no convencional se concibió en medio del desarrollo de la crisis financiera global por que muchos economistas llegaron a la firme conclusión de que las políticas monetarias convencionales resultaban insuficientes para enfrentar la crisis financiera de manera exitosa. Tal afirmación es sostenida por el ex presidente del banco central de USA, Ben Bernanke, en su libro el valor de actuar, aunque el riesgo es que la aplicación de estas políticas, en principio, se debe utilizar sólo temporalmente, para luego ser reemplazadas de nuevo por las políticas monetarias convencionales, sin la precisión de las consecuencias de ese retorno.
Es en tal contexto que se puede llegar a la conclusión de que el riesgo de mantener política monetaria no convencional está principalmente en que se pueda producir una situación de descontrol monetario y despertarse el fantasma de la hiperinflación.
Esto se explica en el hecho de que hoy en día el dinero no está respaldado por oro, por tanto, el respaldo que pueda tener el mismo se sustenta en la confianza que genere cada economía.
El factor confianza es fundamental para salir de la crisis actual ya que la política monetaria al estar migrando de manera sistemática, esa relajación requiere credibilidad para su efectividad en los objetivos deseados.
En el caso de la economía dominicana hay poner de relieve que existen muchas razones para estar muy atento a lo que va ocurriendo en el entorno internacional y los sectores más vulnerables en el contexto de la pandemia en virtud de que se entró a la crisis con una alta fragilidad, en particular, con el elevado nivel de endeudamiento público, básicamente causado por emisiones de bonos soberanos, el crecimiento del PIB ralentizado en los últimos tres años y el deterioro progresivo en la tasa de cambio, lo que sugiere, en lo inmediato, a ser combinada con la política fiscal para que atreves de la política económica la economía pueda superar la crisis agobiante.
