Haber logrado que todos los ciudadanos tengan derecho al sufragio implicó mucho sacrificio, sangre y conquistas. El sufragio universal, en principio, estuvo reservado a ciertas personas: a los hombres y a propietarios. Y es en el año 1942 cuando se les reconoce el derecho al voto a las mujeres. Pese a estos avances, en la actualidad, la Constitución dominicana no les consagra ese derecho a los miembros de las Fuerzas Armadas, ni a los de la Policía Nacional. Ahora bien, para qué sirve el voto, -que se supone es la voluntad y voz del pueblo-, si al momento de aprobación de una ley lo que se impone es la línea del partido y/o sector que tiene mayoría en el Congreso.
¡Qué costoso ha sido mantener la denominada “democracia” en la República Dominicana! Veamos: si conforme la Constitución el gobierno de la Nación es representativo (art.4), y esta representativa es disfuncional o es un sofisma, para qué seguir manteniendo un sistema que, si se sincerara y se reestructuran los escaños, sería más útil y beneficioso para todo el pueblo dominicano. Las cúpulas de los partidos políticos trazan las políticas de Estado, y así seguirá siendo.Cuestiono nuevamente, ¿Puede un legislador disentir de su partido?, ¿se cumple lo que manda la Constitución en cuanto a que “las y los senadores y diputados no están ligados por mandato imperativo, actúan siempre con apego al sagrado deber de representación del pueblo que los eligió” (art.77.4)?
La práctica política demuestra todo lo contrario y no hay ningún órgano de control que garantice tal independencia en favor del pueblo. Por el contrario, esos legisladores que cumplen su deber constitucional de representar al pueblo y votar según le beneficie a su comunidad los llevan a un juicio disciplinario, o, en el mejor de los casos, el gobierno no ejecuta ninguna obra pública en sus jurisdicciones.
Estimo, que si todos tenemos igualdad en el derecho al sufragio e igual acceso a las funciones públicas. Y si cada voto tiene el mismo valor, debemos en algún momento “empoderarnos”, y hacer valer que “la soberanía reside exclusivamente en el pueblo”(art.2), al propio tiempo de señalarles el camino a los partidos políticos en cuanto a que el voto es la forma democrática para expresar nuestra autonomía y forma de gobierno, y que no queremos que cúpulas de agrupaciones políticas sigan haciendo esas funciones.
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