SANTO DOMINGO.-Durante muchos años la depresión en niños y adolescentes fue considerada como una rareza e incluso catalogada de “imposible entre los jóvenes’’, pues se pensaba que la misma requería de cierta experiencia de vida, que solo una acumulación de situaciones negativas podía producir pesimismo, lo cual llevaría a la depresión.
De acuerdo a la psicóloga Pamela Vargas, investigaciones señalan hoy que bebés de tres meses de edad pueden deprimirse y que los niños provenientes de madres deprimidas presentan mayor predisposición a conductas típicas de depresión.
En este sentido explica que cada vez son más frecuentes los casos de adolescentes que están atravesando una depresión; que no siempre es severa y que a veces se confunde o disfraza con los típicos cambios hormonales de la adolescencia.
¿Qué puede causarla?
Agrega: “Problemas como la presión de sus compañeros, las expectativas académicas y los cuerpos que cambian pueden ocasionar muchos altibajos en los adolescentes.
Aunque ya se ha establecido que la depresión puede ocurrir en cualquier etapa de la vida, los síntomas entre los adolescentes y los adultos varían”.
Vargas manifestó que la tasa de depresión ha aumentado significativamente, destacando que investigaciones recientes dicen que afecta a más de 300 millones de personas, y que cada año se suicidan cerca de 800 mil personas.
Claras señales
Dijo también que a pesar de estos datos es común calificar las claras señales que nos están dando los jóvenes de que están deprimidos como “formas de llamar la atención”.
Sin embargo, debemos estar pendientes a los cambios en los comportamientos y en el estado de ánimo del adolescente.
La especialista refiere que algunos ejemplos que dan pie a esto es el interés en el tema de la muerte, ideas o deseo expreso de morir, expresar sensación de vacío, llanto frecuente, inseguridad, poca aceptación de sí mismo, conflicto o falta de interés en sus relaciones sociales o familiares, menos nivel de placer e interés en actividades que antes disfrutaba, enojo, ira, irritabilidad, aislamiento, autolesiones, desesperanza y desaliento en cuanto al futuro, falta de energía o expresión de cansancio frecuente, dificultad para dormir, o por el contrario, dormir demasiado, baja autoestima y cambios en los hábitos alimenticios.
Es multifactorial
La experta de la conducta, ante la pregunta de saber ¿a qué se debe la depresión?, asegura que las investigaciones actuales especifican que la causa no se limita a un solo factor; se ha demostrado que traumas en la niñez, patrones de pensamientos negativos aprendidos, cambios hormonales y la química biológica, son factores incidentes e importantes.
Indica que existen algunas pautas para disminuir el riesgo, las cuales están dentro del control, como mantener una comunicación abierta y sana dentro del ambiente familiar, mostrar una actitud de aceptación y escucha, y evitar juzgar, dedicar tiempo de calidad a la familia, identificar y estimular las conductas y formas positivas que se observan en el adolescente, promover el tener amigos y socializar, aun en pequeños grupos, promover la autonomía en nuestros hijos y buscar ayuda cuando se empieza a ver que las cosas no marchan bien, sin postergar.
Situaciones que aumentan riesgo
Las situaciones que pueden aumentar el riesgo de desarrollar una depresión en la adolescencia son: conflictos en la familia, pérdida de un ser querido, preferencia sexual, víctima de abuso sexual o físico, así como padecer alguna enfermedad crónica.
Cuando ya se tiene información sobre los síntomas, la historia y la causa solo nos queda saber ¿qué hacer? y ¿cómo evitar que nos ocurra o a nuestros hijos?