Con frecuencia los periódicos nos traen alguna noticia relacionada con migrantes ilegales que son capturados por las autoridades del país adonde pensaban ingresar sin llenar los requisitos correspondientes, cuando tienen la suerte de no morir ahogados o tratando de escapar cuando son perseguidos a tiro limpio o mordidos por perros amaestrados para matar.
El mar Mediterráneo es escenario habitual de tragedias de ese jaez y la valla de Melilla, en España, no se queda atrás. Ni qué decir de la frontera que separa a México de los Estados Unidos. Esos son sólo ejemplos.
La prensa de ayer difundió que el gobierno de Las Bahamas detuvo a 143 migrantes haitianos que viajaban en un velero abarrotado, intentando penetrar en territorio bahamés. Se trata de una historia repetida.
Se estima que en lo que va del año la Fuerza de Defensa de Bahamas ha detenido a cerca de mil migrantes. ¿Y qué hacen en Bahamas con todos esos ilegales?
¿Les regalan caramelos y los alojan en los mejores hoteles? Noooo! Los deportan masivamente, no uno por uno, sino masivamente, tal como ellos dicen mentirosamente que hacemos los dominicanos con nuestros vecinos haitianos.
Hechos son amores, y no buenas razones. (Si una persona no te demuestra con hechos lo que dice, no vale la pena creer en sus palabras).