Democracia y corrupción

Democracia y corrupción

Democracia y corrupción

David Alvarez

La democracia no es un estado definitivo, es un proceso en permanente construcción que demanda la participación activa de todos los ciudadanos y la creación permanente de nuevas formas de organización donde la voluntad de la sociedad se exprese.

Se opone a la democracia toda forma de control social, sea política o económica, que imponga la voluntad de minorías a la sociedad, usualmente perjudicando el bienestar de la mayoría.

La corrupción, pública o privada, es el usufructo de los bienes comunes y el ordenamiento de la sociedad para el beneficio de minorías. Por definición la corrupción aniquila la democracia y favorece modelos autoritarios de gobierno.

Únicamente la democracia es capaz de frenar la corrupción y reordenar la sociedad por senderos de equidad y participación plena.

En la actual encrucijada que vive la sociedad dominicana hay que prestarle atención a las iniciativas que restringen la democracia y enfrentarlas desde prácticas democráticas de organización social y política.

Construir formas de organización democráticas demanda lucidez en el análisis y voluntad política de actuar siempre en consonancia con los intereses de la sociedad en su conjunto, no como voceros, si no como parte del pueblo en su conjunto.

La demagogia, el populismo y el mesianismo social son enemigos de la democracia, porque promueve la desmovilización de los actores sociales y genera el sometimiento a los intereses de las minorías económicas y políticas. En ese contexto la corrupción se legitima y hunde las posibilidades de construir una sociedad justa y de bienestar para todos.



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