El pasado domingo fueron las elecciones municipales. Hay que felicitar a la Junta Central Electoral por el impecable trabajo, y al Partido Revolucionario Moderno por la contundente victoria, fruto del trabajo de sus bases, la visión de sus dirigentes y la buena valoración del presidente Abinader.
Como miembro del PRM me siento profundamente orgulloso y alegre. Como abogado, con interés en derecho constitucional y especializado en derecho electoral y gerencia de partidos, estoy llamado a hacer una lectura más profunda de esta situación.
Las elecciones se desarrollaron en paz y orden. El personal de los colegios evidenció haber sido bien seleccionado y capacitado. Esta labor ejemplar de la Junta Central Electoral fortalece la democracia, y eso es muy positivo.
La avasalladora victoria del PRM, que seguramente, en similar medida, se repetirá en mayo, dejará al partido de gobierno sin oposición real.
El contrapeso es importante para la salud de cualquier democracia y del mismo partido gobernante. Lo cual exige al PRM administrar con elevada prudencia e inteligencia el triunfo que hemos obtenido.
Otro aspecto a considerar es la abstención electoral, promediada en 54 %, y que, en algunas demarcaciones, sobre todo las grandes ciudades, se acercó al 70 %, evidenciando una debilidad del sistema de partidos y un bajo interés de la población en el sistema democrático.
Lo cual es muy preocupante, y puede desencadenar escenarios complejos.
El pasado 18 de febrero fue, sin dudas, una fiesta de la democracia.
La orquesta tocó bien y la fiesta estuvo bien organizada, pero no se vendieron muchas taquillas, algunos gozaron mucho y una parte importante, que tenían su “cocote”, se quedó con el moño hecho.