Democracia e Internet

Democracia e Internet

Democracia e Internet

Quien dice democracia dice participación y libertad. Con la revolución tecnológica el concepto de democracia hoy día ha sido replanteado.

Ante el desarrollo de las redes sociales, los sistemas de gobierno han experimentado una transformación sin precedentes.

La participación ciudadana y la inclusión social han puesto en entredicho las fronteras entre la vida privada y la vida pública. Con el uso de las redes el concepto mismo de poder democrático ha sido erosionado.

Los medios de comunicación han tenido un insólito impacto con el uso de las nuevas tecnologías de la información, desde el punto de vista de su metamorfosis de lo análogo a lo digital.

Así pues, el futuro del Internet está teniendo también sus efectos en el porvenir mismo de la democracia y, más aún, en los regímenes totalitarios.

Es imposible, hoy, detener y frenar los alcances de su uso masivo. Y de ahí que se afirme como factor esencial en la idea del fin del poder político sobre las masas.

En efecto, la red y la web están cambiando la atmósfera de los hilos del poder. La democracia digital postula así un reto para los gobernantes.

Es impensable dirigir y controlar a las masas de modo coercitivo como en el pasado. En un abrir y cerrar de ojos, son convocadas por las redes sociales a marchar o protestar por sus derechos como nunca se había visto, pues su poder de convocatoria es vertiginoso e instantáneo.

Hoy, en el mundo de la era digital, los usurarios internautas se vuelven actores, y ejercen por sí mismos el periodismo ciudadano, a través de la toma de fotos con un “smartphone”, y, en segundos, las suben a una plataforma virtual y se hace viral, produciendo una especie de terremoto informativo, capaz de sacudir los cimientos sociales, tanto a nivel nacional como mundial.

El riesgo ético reside en que las redes sociales pueden humanizar o deshumanizar, informar o desinformar, por su uso morboso o educativo. He ahí la disyuntiva.

Las ilusiones que ha creado el uso de las TIC descansan en la paradoja de si ha posibilitado la creación de nuevas vertientes de participación popular, ampliando su poder sobre las elites, o si estas redes imaginarias de la comunicación on line, han banalizado los discursos de concientización y transformación social. Salta a la vista, que las redes sociales y el Internet han contribuido a la democratización del mundo.

Han sembrado la semilla de espacios de libertad, en tanto piedra angular de la vida democrática, espacios que han coadyuvado a la creación de la cultura de la libertad.

Pero también estas redes informativas, pueden avivar su conversión en una religión sin dios, que subyuguen, y conviertan en autómatas o zombis, capaces de vivir en el aire de lo real, desconectados de la sociedad.

Es decir, al albur de transformarlos en agentes sin conciencia y desvinculados de los problemas sociales, culturales, éticos y estéticos de nuestra civilización.

Hoy somos más libres, pero esa libertad acaso tenga menos calidad que en el pasado. Es decir, es probable que la calidad de nuestra democracia sea menor.

El advenimiento del internet no ha eliminado el poder político sino que lo ha transformado, y creado nuevos desafíos.

Sin embargo, el internet, si bien ha destruido una elite, ha fundado una generación: la de los usuarios nativos digitales.

La arquitectura misma de la red es asimétrica. Ha contribuido a la creación de una vigilancia crítica, que se ha generalizado, en favor de los procesos democratizadores. Y de ahí que el mecanismo de la censura, hoy, no opera como en otros tiempos.



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