Despacito decía una pegajosa canción que todos en algún momento hemos tarareado. Y con ella en la cabeza es que me pongo a pensar que ese término no existe en nuestra agenda actualmente.
Todo es rápido, aquí, ahora, inmediato, urgente, para ayer… Creo que son las palabras que más escucho sin importar el entorno en el que me desenvuelva. Y luego hay quien todavía se pregunta por qué el estrés es una de las enfermedades más comunes y sobre todo que más efectos está teniendo en las personas, sin importar a qué generación pertenezcan.
Hace unos años escuché a alguien decir que nos pasábamos el día corriendo detrás del tiempo, en vez de usarlo adecuadamente. Y creo que es algo que sigue totalmente vigente.
Han surgido muchas tendencias denominadas “slow”que potencian el hacer las cosas despacio, con calma, conscientes de cada momento, acción y sensación que eso conlleva. En teoría suena de maravilla, en la práctica aún no conozco a una sola persona que lo practique
Y al final ni siquiera escribo estas palabras como un crítica sino como una reflexión, porque esas ganas que tenemos de abarcar tanto, de ir tan deprisa, de creer que podemos con todo y con más, acaba pasando factura de una manera u otra. Tú que me lees estarás ahora mismo enumerando las tuyas.
Yo tengo una larga lista de las mías. Quisiera decir que despues de poner punto final, me levantaré y seré diferente, pero aún con la canción de despacito en la cabeza me voy volando a hacer lo siguente porque mi lista de pendientes y urgentes es larga.
Me consuela saber que en este trajín siempre encuentro momentos para mí, de pura desconexión, porque sino no podría seguir corriendo. Espero tengas los tuyos también. Y a por los siguientes.