El delito de daños hechos en los monumentos públicos lo prevé el viejo Código Penal dominicano, en el capítulo III, donde trata los crímenes y delitos contra la paz pública, sección 4ta. Sección 1ra.
También la Constitución actual garantiza el patrimonio cultural de la nación, mediante “la protección, enriquecimiento, conservación, restauración y puesta en valor” de sus monumentos.
En la doctrina penal moderna esta modalidad de delito se configura bajo circunstancias ya conocidas: “Por derribo o alteración grave de edificios singulares”; “por daños en determinados bienes o yacimientos arqueológicos”; y, “por informe favorable de proyectos de derribo o alteración de edificios singularmente protegidos, así como la resolución o votación favorable a su concesión”.
Este último punto ha creado el ‘avispero’, al declarar las instituciones que no sabían del concurso ganador para la restauración de las Ruinas de San Francisco.
En la legislación española se contempla formas de enjuiciamiento criminal para estos delitos en casos de “daños por imprudencia en los mismos bienes”, y “en casos cometidos por ciudadanos perturbados por el desequilibrio ecológico”.
Las Ruinas de San Francisco constituye el primer monasterio del Nuevo Mundo, el primero en su género en América, y a la vez, el primer acueducto. Tardó 150 años en construirse. Los franciscanos Fray Rodrigo Pérez y los legos Juan de la Duela y Juan del Tisín fueron los primeros en llegar a la Española, en el segundo viaje de Colón (1493).
Pero no fundaron el convento; fue a la llegada de Nicolás de Ovando en 1502 cuando trajo consigo 17 nuevos frailes de las misma orden, siendo el superior fray Alonso de Espinar. Le concedió un lugar donde hacer causa y lo demás es historia del monasterio.
Ahora no recordemos el informe técnico de un entrañable antropólogo físico dominicano, paleopatólogo, de nombre Fernando Luna Calderón, ya ido, quien llevó a efecto (en 1992) una importante labor de excavaciones arqueológicas en las Ruinas de San Francisco.
He aquí algunas de sus recomendaciones: “Sugerimos el levantamiento de un plano general del entorno de las ruinas para conocer a profundidad la interacción del monumento con su medio; diseñar con la Secretaría de Obras Públicas y el Ayuntamiento del Distrito Nacional un sistema de tránsito que aleje los vehículos del tramo de la Juan Isidro Pérez entre la avenida Duarte y la Hostos.
Esto evitaría que las vibraciones de los vehículos afecten paulatinamente las estructuras del lugar; diseñar un plan para la estabilidad de las estructuras expuestas, protegiéndolas de la decadencia paulatina; que se tomen todas las medidas de lugar cuando se vaya aplicar cualquier sustancia para la impermeabilización de las estructuras, tomando en cuenta el carácter irrepetible del monumento y el deseo de que se conserve como admonición para las generaciones futuras, etc.
A los interesados preocupados porque el monumento de marras no sea alterado y dañado para siempre, les podemos facilitar una copia del informe general.