Cada vez que la veía, Ernesto se sentía raro, se le erizaba la piel, se ponía nervioso (aunque lo disimulaba muy bien) y todo su cuerpo gritaba cuanto le gustaba Martha. Se atrevió a hablar con ella, por suerte, él también le gustaba a ella, en el mismo grado e intensidad, y decidieron ser novios.
Seis meses después sentían la misma pasión el uno por el otro y dado que los hechos vividos en ese tiempo les decían que eran la pareja perfecta, Ernesto decidió mudarse al apartamento de Martha.
Les encantaba estar juntos, se comprendían y se llevaban bien en la mayoría de los temas cotidianos de la vida de pareja. Tenían, además, esa química sexual que ata, que enloquece, que hace soñar y hasta creer en un mundo mejor.
Y sin embargo…
A los dos años, el estado de cosas entre Ernesto y Martha era diferente: ya no sentían ese amor apasionado, emocional e intenso, definido por la psicóloga social y sexóloga, Elaine Hatfield, como un “estado de anhelo por la unión con otra persona” se había ido.
De acuerdo con Hatfield, los amantes apasionados “se encuentran absortos el uno con el otro, se sienten extasiados por lograr el amor de su pareja y desconsolados por su pérdida”. Y ante esa sensación de pérdida es oportuno Freud cuando dice que “nunca estamos tan indefensos ante el sufrimiento como cuando amamos”.
Y es que, aunque el amor apasionado arde tan fuerte que pensamos nunca se apagará, -tristemente para quienes lo idealizan- inevitablemente se tranquiliza.
“La parte intensa del romance puede ser sostenida durante unos pocos meses, incluso un par de años, pero ninguna intensidad es eterna: la novedad, la intensa absorción del otro, la emoción del romance, la sensación de mareo de flotar en una nube se desvanece”, expresa el psicólogo David G. Myers.
Entonces hace su entrada el amor de compañeros “si una relación cercana durará, se establecerá en un resplandor crepuscular, pero todavía cálido” dice la autora Elaine Hatfield.
El amor de compañeros se define como el afecto que sentimos por aquellos con quienes nuestra vida está profundamente relacionada, “a diferencia de las emociones salvajes del amor apasionado, el amor de compañeros es de tonalidad más baja, es un vínculo profundo y afectivo”, dice Myers, quien precisa que esta intensidad apasionada está destinada a volverse tibia.
Para terminar este artículo les quiero compartir este cínico dardo de George Bernard Shaw: “cuando dos personas están bajo la influencia de la más violenta, demente, engañosa y efímera de las pasiones, se les requiere jurar que permanecerán en esa condición excitada, anormal y agotante continuamente hasta que la muerte los separe”.