En sus tranquilas aguas, cuando las lluvias de la parte montañosa de la provincia Dajabón no provocan crecidas de su caudal, aprendí en el Masacre a nadar, a domar animales y pescar con mis manos tilapias y otras especies de peces.
Estuve recibiendo las bondades directas del histórico río que, en algunos puntos de su discurrir sirve de línea divisoria entre la República Dominicana y la República de Haití, hasta que un día hice maletas para viajar a Santo Domingo en procura de un mejor futuro a través de la educación. Cada vez que tengo la oportunidad regreso a mi lar nativo, la comunidad de La Vigía, y aprovecho para bañarme en el acuífero.
Desde entonces han pasado varias décadas, y el Masacre ha estado tranquilo, aportando una buena cantidad del agua para el consumo humano y la producción agropecuaria.
Históricamente, en la zona en que divide las ciudades de Dajabón, dominicana, y Ouanaminthe, haitiana, pobladores de ambas partes de la isla La Española han usufructuado del recurso hídrico.
En el momento en que nadie lo esperaba, ese sosiego se ve amenazado. Las autoridades haitianas decidieron conectar un canal que significaría la desviación del Masacre, lo cual perjudicaría significativamente a los agricultores dominicanos que están aguas abajo del lugar en que se colocaría el punto de toma del debilitado caudal.
En vista de que conozco del apego de los productores a sus tierras y al temor de que se les vuelvan improductivas, de materializarse la pretensión de la administración que encabeza el presidente Jovenel Moïse; puedo adelantar que se alterará la paz y la buena convivencia de haitianos y dominicanos.
Habitantes de Dajabón ya han protestado dos veces para exigir que Haití abandone la idea de conectar el canal, prácticamente terminado, a las aguas del Masacre.
El Gobierno de la República Dominicana debe actuar con energía, a fin de evitar que el interés nacional quede afectado en esta coyuntura.
Hace una semana, las autoridades dominicanas anunciaron que se retiran de la Comisión Técnica Bilateral con Haití hasta que ese país no declare públicamente que detuvo la construcción del canal. Una solicitud similar la había solicitado en abril de este año, pero la administración de Moïse ha seguido con la obra hídrica.
La situación persiste a pesar de que ambos gobiernos habían decidido la creación de una Mesa Técnica para mejor entendimiento de los trabajos realizados en la zona fronteriza, en el marco de la Subcomisión de Medio Ambiente y Agricultura de esta Comisión Mixta Bilateral, con miras a la conformación de la Mesa Hídrica Binacional.
También, elaborar un protocolo técnico para el manejo coordinado de todas las cuencas hidrográficas transfronterizas, en el propósito de garantizar la gestión de manera conjunta de acuerdo con lo establecido en el Tratado de 1929 y a las normas de Derecho Internacional.
En ambos países la problemática ha sido motivo de encendidos debates, incluso en la política. En territorio dominicano, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) exigió al Gobierno que asuma una postura firme de defensa de la soberanía del país, el interés nacional, la protección de sus recursos naturales y de los recursos hídricos.
Un conflicto de envergadura por las aguas limítrofes no convendría ni a la República Dominicana ni a Haití, sobre todo en un momento en que se incrementan en la isla los contagios y las muertes debido al Covid-19.
Lo ideal estaría en dejar discurrir tranquilamente las aguas del Masacre para que siga reinando la paz en la frontera.