Entre las muchas cosas de las que no sé, se encuentra todo lo relativo a los concursos de belleza.
Ello no quiere decir que soy un completo analfabeto en la materia, pues algo he visto, oído y leído al respecto, como por ejemplo sé que las concursantes lucen sus curvas en trajes de baño y también desfilan ante el jurado ataviadas en ropa de gala y en trajes típicos de sus respectivos países.
Si no lo he entendido mal, creo que en estos días tendrá lugar uno de estos concursos, en el cual habrá una joven dominicana participando y luciendo sus correspondientes vestimentas para cada ocasión.
En el caso del traje típico, se ha diseñado para la que representará a nuestro país un disfraz que pretende ser remedo de la Virgen de la Altagracia, como homenaje a la Madre de Dios como es venerada por el pueblo dominicano.
La intención puede ser muy buena, pero a mi me luce desafortunada. Una cosa es admirar la belleza y buenas cualidades que pueda exhibir la mujer dominicana, y otra cosa es la fe religiosa que debe ser respetada por quienes aman e idolatran a la Virgen de Higüey.
Ignoro si hay tiempo y voluntad para dar marcha atrás en ese despropósito, pero me atrevo a sugerir respetuosamente que se corrija ese entuerto. Dejemos tranquila a la Virgen en sus altares.