Dejar ir

Dejar ir

Dejar ir

Lady Reyes, directora de Encuentros Interactivos.

Por lo general, cuando escuchamos la frase ‘dejar ir’ pensamos que se relaciona únicamente a una relación amorosa, a una pareja que nos ha demostrado, una o mil veces, que no quiere ocupar el espacio que le has dado a tu lado. Sin embargo, ‘dejar ir’ tiene que ver más con el amor que “nos tenemos que al que le tenemos a otros”.
Me explico.

Cuando vivimos desde el apego o cuando nos resistimos a renunciar a alguien, a algo o hasta un sueño, anhelo o deseo, por no sentir frustración, dolor al fracaso o soledad, terminamos sufriendo más en la terquedad que en el ‘soltar’ y avanzar, buscando nuevas metas y mejores personas que te rodeen.

Si buscamos una definición a esta acción, nos podemos topar con que “dejar ir significa soltar, dejar partir, no aferrarnos a situaciones, cosas o personas que no aportan o que hacen daño. En pocas palabras, eso se llama amor propio.

Aunque pueda sonar un tanto ‘egoísta’, el amor propio debe ser el primero en la lista de nuestras prioridades. Lo he escrito muchas veces, ¿cómo podemos amar a otras personas, situaciones o cosas, por encima de nosotros mismos? Y aquí juega un papel importante cómo nos vemos y aceptamos.

Vivir es estar en constante cambio, disfrutar la vida es aceptar esa dinámica, tomando lo bueno, aprendiendo de las experiencias, agradeciendo las oportunidades de aprendizaje y dejando ir lo que no está destinado a quedarse. Nada es estático ni nada es cien por ciento nuestro, mientras más rápido y claro entendamos estos hechos, más rápido podremos disfrutar de cada color de nuestro arcoíris.

¿Cuáles son las señales de alerta ante algo que no nos hace bien? Debemos ‘dejar ir’ cuando sentimos que eso a lo que nos aferramos nos aleja, cada vez más, de lo que sabemos que somos o de lo que, queremos ser. Detente un momento a escuchar esa voz interior que te está gritando.

Sé cuando algo o alguien no conviene, cuando me hace propensa al mal humor, cuando me causa más tristezas que alegrías y cuando tengo una sensación de incomodidad o desconexión la mayor parte del tiempo. No es tan fácil abrazar nuestro sexto sentido, pero cuando lo hacemos nos ahorramos muchas malas experiencias.