Porque: Con este proceder, no exhiben
Logros sino, sus indelicadezas.
Busca el lado positivo de cada
Persona. El lado negativo se evidenciara
Sin que lo busques.
Jackson.-
Muchos quizás habrán notado que nuestra vida se desenvuelve en medio de grandes e increíbles paradojas. Es cierto que las autoridades encargadas para la Seguridad Ciudadana se desviven por desmentir los hechos, muchas veces con argumentaciones fantasiosas y hasta ridículas pero, por igual, no es cierto que vivimos en una selva a pesar de todos los pesares.
Prácticamente todas las autoridades padecen de una enfermedad maldita donde todo lo politizan, todos quieren hacer relaciones publicas con el dinero destinado a otras necesidades, pero nada se hace. Utilizan las mismas como trampolín para sus aspiraciones olvidando para qué fueron nombrados. Las cosas las dejan caer en un estado de abandono o de inutilidad para luego tener que construirlas nuevas y todos sabemos el porqué.
Dejaron que la Avenida Venezuela y sus alrededores, en el Ensanche Ozama, una vez área residencial y hoy lamentablemente un infierno, un caos en todos los sentidos, es como vivir en medio del Viejo Oeste. Lo que una vez fue una tranquila avenida y las circundantes, hoy es solo un punto central de cafetines y antros de mala muerte, aunque caros, muy caros y llenos de luces pero no más. Con ligeras excepciones, esos lugares son puntos de visita para peloteros, jugadores, narcos y uno que otro político, donde se disputa quien paga más por una botella o quien brinda más champagne a las “damiselas” que los acompañan.
Sucede un accidente con una persona que posee mucho dinero pero poco de muchas otras cosas, ya que en su cabeza continua impreso el comportamiento barrial, y brota el grito al cielo sobre la falta de seguridad, cuando en realidad una cosa no tiene que ver con la otra, porque el comportamiento de determinado segmento de la sociedad o determinada persona no puede generalizarse. Y no es la primera ni la última vez que eso ocurrirá. Por eso, como conozco la zona, cada vez que me veo precisado a cruzar por esas áreas prefiero alejarme lo más posible de la misma, porque es un infierno real, donde siquiera quienes transitan en vehículo conocen las luces bajas y mucho menos las direccionales.
Pero esta situación ha sido creada poco a poco debido a la falta de autoridades que cumplan con su rol. Es lo mismo con determinados funcionarios, como el saliente en el Ministerio de Educación, que apalancó sus apetencias políticas con la posición que ocupaba. Publicidad a granel de su personalidad, pagada con el famoso 4% que ha servido más para construir edificios para escuelas sin maestros, en tanto su capacitación ha sido como si no existiera el famoso presupuesto y siquiera hablar de las condiciones humillantes en las cuales realizan a duras penas su abnegado oficio, que tras duras jornadas de trabajo, ganan decenas de veces menos que los guardaespaldas de los funcionarios.
Pero la cosa no se queda ahí, no señor, porque en cuanto al famoso Ministro y aspirante a la reelección de su Jefe, la cosa pinta de Padre. Mientras publicitariamente vende un servicio –que ciertamente es bueno-, para las calles y autopistas, su presencia es como si ocurriera un milagro. El deterioro de la autopista Duarte es una clara indicación de por dónde anda la cosa. Marcan los hoyos y pasan meses sin que se dignan taparlos cosa esta que no tiene explicación, ya que el monto a gastar es minino y quizás ahí radique el problema.
Lo mismo sucede con la carretera Casabito-Constanza, que cuando comenzó a deteriorarse no le hicieron caso, el mantenimiento fue inexistente y ahora es un verdadero peligro para transitar. Esperaron llegar a esta situación para hacer un levantamiento, llamar a concurso y buscar un préstamo millonario porque no disponen de los recursos para repararla, al parecer, precisamente lo que esperaban, cuando lo pudieron hacer con magros recursos, quizás de un par de camiones de asfalto y uno que otro relleno pero no, había que esperar porque, en los prestamos es que está la cosa. Así de sencillo, así de real. ¡Sí señor!