Francisco Rojas
Era la madrugada de un viernes cuando comenzó nuestro entrenamiento de supervivencia en el parque nacional de Los Haitises.
Nuestra misión era caminar 75 kilómetros de montaña en varios días, a media hora de aclimatarme comienzo el recorrido, sólo con mi cantimplora y un cuchillo inicio el ascenso al pico de la primera montaña.
Ha transcurrido media hora, ya estaba perdido, intento regresar pero falla mi orientación. Esto provoca que caminara en círculo en medio de un bosque lleno de arbustos y un clima bastante seco, provocándome un mayor desgaste.
Luego de una hora, cansado, ordenando mis pensamientos de en qué modo iba a salir de allí. Transcurre el tiempo y tengo la sensación de escuchar voces, comencé a dejarme guiar por las voces, las cuales me llevaron a la casa de un guardia campestre. Allí mi cuerpo y mis sentidos se recuperaron. Inicié entonces lo que iba a ser una larguísima y dura caminata, pero ahora ya tenia un rumbo… y un camino a seguir.
¿Tienes tú un rumbo? Querido lector, hay momentos en tu vida que estás sin rumbo, caminado por un laberinto sin salida, llevándote a consumir tu deseo de avanzar y crecer.
En esos momentos debes buscar la guía de Dios. El salmo 25:5 dice: Guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti espero todo el día. Cuando Dios guíe tu vida transitarás por un camino recto y seguro, en medio de los problemas, tú tendrás paz, porque ya no eres tú el que guías tu vida, sino Dios.
Al ser guiado por Él tú recibirás lo que él tiene preparado para ti, un plan redentor y de vida a través de su hijo Jesucristo.
En la vida tendrás aflicciones, no te lo niego, pero de todas ellas te librará Dios. Deja que el te guíetodos los días de tu vida.
