Hasta que se produjeron las inmigraciones del área rural del país hacia sus urbes más pobladas en los años sesenta y setenta, nuestras ciudades principales guardaron cierto orden urbano, e inclusive presentando un desarrollo armonioso.
Las primeras crisis surgieron cuando el servicio público energético comenzó a presentar deficiencias, al igual que la disponibilidad de agua potable, ambas situaciones debido principalmente a la falta de inversión pública en esas áreas.
Con estos fenómenos fue acreciendo por igual la necesidad de disposición de aguas negras y residuos sólidos. Es así como nacen la necesidad de cisternas, pozos para acceder a las aguas subterráneas y pozos sépticos, seguidos de plantas eléctricas personales o comerciales, e inversores en base a baterías.
A estas situaciones se les ha unido un festival de aprobaciones de construcciones horizontales residenciales y comerciales en calles inadecuadas para tales densidades.
Dicha situación ocurre con edificios residenciales que apenas tienen parqueos para sus residentes, e inclusive en demasiados casos robando aceras peatonales para acomodar vehículos. Esto se repite con negocios cuya operatividad conlleva a ocupar espacios públicos sin respeto alguno por los derechos del peatón.
Ahora tenemos un nuevo ingrediente, y es la densidad vehicular, causante de irritantes taponamientos del tráfico con un enorme costo económico, tanto en tiempo perdido como en la quema de combustibles.
La carencia de un transporte público eficiente y bien distribuido, unido a la gran cantidad de colegios sin espacios de parqueos, “deliverys” que transitan cual kamikaze, irrespeto a las leyes y regulaciones de circulación vehicular y la falta de parqueos públicos o privados, agudizan aún más la degradación de la vida urbana.
Todos estos ingredientes representan, no tan solo la pérdida de calidad de vida en las grandes urbes, sino que atentan contra la salud y paz social, elementos a los que tenemos que poner mucha atención para que los logros económicos no sigan robándonos la esperanza de un mañana mejor.