Este pasado fin de semana se celebraron tres grandes marchas en defensa de la vida. Dos en Santo Domingo y una en Santiago.
Las dos Arquidiócesis organizaron sus marchas con el lema un Paso por mi familia, en Santo Domingo, la segunda marcha fue organizada por un conjunto de organizaciones sociales y titulada La Marcha de las Mariposas. En Santiago, destaca la prensa, que el Arzobispo Bretón señaló que el alto número de feminicidios en el país se debe al machismo y la falta de Dios en las familias dominicanas. Las tres marchas tuvieron como denominador común la defensa de la vida, sobre todo la de las mujeres que siguen siendo asesinadas en el seno de sus hogares o por quienes afirmaban amarlas.
Defender la vida humana es una cuestión integral o no es tal defensa. Algunos están en contra de los feminicidios, pero no tienen objeción contra los abortos: eso no es defensa de la vida. Otros se escandalizan por los abortos, pero les importa un bledo la vida de los haitianos, promoviendo el racismo y la xenofobia: eso tampoco es defensa de la vida. Para muchos empresarios su conciencia le dicta oponerse al asesinato de los no nacidos, pero sin remordimiento matan a sus trabajadores con salarios de hambre: eso no es defender la vida. Para quienes consideran que los feminicidios es un argumento ideológico el derecho a la vida es pura demagógica en sus bocas.
La vida humana es igual de sagrada desde su concepción hasta su extinción natural, pasando por su desarrollo integral, su cuidado material y espiritual, su protección en toda circunstancia, su promoción sin importar nacionalidad, raza, sexo o cualquier otra circunstancia. Defender la vida únicamente de algunos o en alguna etapa de su desarrollo es perverso a los ojos de Dios.
La familia y el Estado tienen responsabilidades graves en la defensa de la vida humana. Muchas familias son el cadalso para el asesinato de sus mujeres o sus hijos, sea por indiferencia, inducción o manipulación. Muchas mujeres han sido asesinadas luego de que sus familiares las convencieran de que regresaran con su verdugo. Muchos padres colocan a sus hijas en manos de quienes las asesinaran. La mayor parte de las violaciones de menores de edad ocurren en el seno de las familias. Por tanto no toda familia merece ese nombre y no por llamarse familia es el lugar para resguardar la vida de su sus miembros.
El Estado y sus funcionarios tienen el deber de cuidar de la vida de los niños y adolescentes, las mujeres, los hombres y ancianos, nacionales y extranjeros. La justicia, la policía, el sistema educativo, la organización municipal, y todos los actores que tocan de una forma u otra la vida de los individuos que viven en nuestra sociedad deben dar cuenta por su responsabilidad en el cuidado de la vida humana. Repito, la defensa de la vida humana, o es integral, o es hipocresía.