Se ha convertido en una rutina la compra y venta de dedicatorias de eventos deportivos, principalmente entre los políticos.
Ahora que entramos en cuenta regresiva del año electoral (15 de mayo 2016) debemos estar preparados para ver un festival de homenajes sin méritos y la mayoría negociados en base a una violación a los valores éticos que deben regir el deporte.
Siempre he promovido honrar atletas, principalmente, y a dirigentes, empresarios, periodistas destacados en el deporte de turno, no a personas que nunca han tenido contacto -activo ni pasivo- con esa determinada actividad. Hay políticos con méritos, pero son los menos.
Regularmente pierdo las posiciones cuando se somete a votación la de un personaje a cambio de patrocinio, aunque al final debo respaldarla y hacerle la bulla de rigor, sin exceso, si me toca ser el promotor de prensa.
Ante la precariedad de patrocinio -oficial y privado- que vive el deporte y ahora que viene un proceso electoral ampliado preparémosnos para el bombardeo de eventos a vapor, homenajes ficticios, convocatorias disfrazadas, etc.
Ah, resulta desagradable cuando el “homenajeado” no asiste a su “homenaje”, muchas veces porque no hay suficiente público y lo resuelve con un “asistente”, sin importar la categoría.