La mayor debilidad histórica que le ha restado credibilidad al boxeo profesional, son los dictámenes de jueces comprometidos con las grandes empresas que tienen en sus nóminas a púgiles, cuyas derrotas significaría pérdidas multimillonarias para las mismas.
La pasada semana, siendo específico, el último sábado de este mes, vimos como los jueces le robaron descaradamente el triunfo al inglés Edges Maxi Hughes en favor del australiano George Kombosos.
Se puede afirmar sin temor a equívocos que Hughes le dio una pela de calzón quitado a Kombosos, sin embargo, los jueces solo lo vieron ganador en dos asaltos.
Esto motivó una agria reacción de los aficionados, ya que en mente alguna se podía imaginar un veredicto de esa naturaleza.
Y sin duda que esa decisión anómala y descabellada fue tomada porque el australiano forma parte de los “imperdibles” que tiene la empresa promotora del combate.
Los púgiles dominicanos en innúmeras oportunidades han sido víctimas de esas decisiones descabelladas, incluso en el ámbito aficionado.
Solo hay que recordar la famosa frase que en su época popularizó el fenecido periodista y narrador Félix Acosta Núñez: “Esa fue una decisión localista”, lo que deja bien claro de que esos pésimos veredictos se han venido dando desde hace mucho tiempo.
Recientemente, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de San Salvador 2023, por lo menos dos medallas de oro les fueron arrebatas por los jueces a la República Dominicana, con dictámenes sencillamente increíbles.
Es una situación muy anómala que viene afectando el boxeo, en especial el profesional.