Debate y democracia

Debate y democracia

Debate y democracia

Claudio Caamaño Vélez

Una de las principales distorsiones que padece la democracia dominicana es la inequidad que imponen los recursos económicos.

Los partidos mayoritarios reciben el 80 % de lo asignado por el Estado, y además captan grandes aportes del sector privado, tanto por sus mayores expectativas de poder, como por su mayor capacidad de incidencia.
Esto conduce a una desviación de la democracia, donde los méritos y virtudes quedan en segundo plano.

El avasallamiento de la propaganda y la capacidad “logística” reemplazan al discurso y las propuestas.
Aunque esta es una realidad en notable cambio, ante el incremento de la conciencia ciudadana y el rechazo cada vez mayor a los mecanismos clientelares, sigue siendo una realidad.

Los debates electorales son de los pocos escenarios donde la democracia adquiere su verdadera esencia, poniendo en igualdad de competencia a todos los candidatos.

En ese breve momento no importan las vallas ni el picapollo. Cada competidor está a la altura de sus propuestas.

Por eso felicitamos el esfuerzo de instituciones y sectores que han logrado construir estos espacios, a pesar de que, a diferencia de otros países, no son obligatorios.

Próximamente tendremos un debate entre candidatos presidenciales. Un hecho sin precedentes que marcará un hito importante.

Pena que se esté desluciendo por la exclusión de candidatos de partidos minoritarios, reforzando así las ventajas de los grandes sobre los pequeños, e incrementando la brecha de la inequidad.

Por un lado, ese debate será un paso de avance en la democracia, pero por otro será una validación de la desigualdad que vicia nuestra democracia.

Es verdad que los organizadores de dicho debate tienen todo el derecho a imponer sus reglas… Así como tengo yo todo el derecho de expresar mi opinión sobre las mismas.



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