Conmigo o contra mí. Hoy no hay puntos medios, zonas grises o posibilidad de no saber de qué lado estás. Tienes que elegir un bando para existir.
Ahora hay que opinar, posicionarse, vocear y sobre todo plasmarlo en redes. Si te atreves a comentar en contra de lo que digo, entonces serás mi enemigo, ahí se armará un intercambio de mensajes repetitivos, sin atisbo de empatía o diálogo, sino de imposición (por ambas partes). Al final, cada uno se quedará con su razón.
Se arman grupos, tribus, tú eres de los míos o eres del lado contrario. Y así cada uno va perdiendo la capacidad de raciocinio para irse a un extremo en el que ya no hay argumentos que sirvan.
Me apabulla enormemente ver las dinámicas que se están creando en las redes sociales. Para mí es andar en círculos llevando una razón en la mano, pero sin intención de alcanzar una respuesta, una solución o algo verdaderamente útil. No importa de qué lado hablamos.
Y eso lo ven los jóvenes, quienes deberían estar cultivando su capacidad de análisis, de preguntarse el por qué de las cosas, de ser capaces de escuchar aquello que no les gusta, para saber por qué es así e indagar, escuchar, asimilar y despues, solo después, emitir una opinión.
Y de esa manera convertirse en unas personas con criterio, sentido común, curiosidad, respeto y sobre todo capaces de argumentar sin agredir y sin creerse poseedores de la verdad absoluta amparados por sus iguales.
Pero no, ahora es conmigo o contra mí y si tratas de salirte de eso es que no te importa lo que pasa. Importa, simplemente nada es absoluto, ni tu verdad ni la mía. Así que dialoguemos y quizá, solo quizá lleguemos a entendernos en vez de a ladrarnos.