Las promesas han sido un factor común denominador que se han empleado históricamente como una salida teórica a los graves inconvenientes que se presenta en la sociedad en términos generales.
Y bajo esa premisa, los que las anuncian, aunque en la casi totalidad de los casos no las cumplen, colocan una especie de “gancho” a quienes creen en su aplicación en el terreno.
Esa ha sido una máxima empleada por quienes tienen el poder en sus manos en cualquier organismo.
Una promesa es ofrecer, que se va a cumplir bien los deberes de un cargo o función que se ejerce mediante la elección directa o por un simple nombramiento.
De promesas, los dominicanos están hastiados, en la mayoría de los casos, porque con muy raras excepciones, se llevan a la realidad, siempre se quedan en eso, promesas.
Me llamó ayer la atención, declaraciones del presidente del Comité Olímpico Dominicano, Garibaldy Bautista, con motivo del 78 aniversario de ese organismo, quien juró ante los padres de la patria que trabajará sin descanso para llevar el deporte nacional a lograr un máximo desarrollo.
Esto así, porque desde ese organismo, máximo rector del deporte de aficionados, se ha estado haciendo muy poco en ese sentido, dadas las graves confrontaciones que se vienen registrando desde hace un tiempo.
Si esa promesa se materializara, sería un paso de avance que se lo agradecería el país, porque la disparidades de criterios que se han registrado allí, son sencillamente penosas.
Lo ideal es que esos ofrecimientos se efectúen en el menor tiempo posible, para tener de una vez por todas, un deporte de aficionados cada vez más robusto.