En uno de los más crueles y abominables episodios de nuestros fallidos estados latinoamericanos, quedó confirmado que mediante connivencia de políticos, policías y criminales narcos, 43 estudiantes de magisterio mexicanos fueron asesinados de forma brutal.
La forma como se ha manejado este espantoso episodio por parte de las autoridades mexicanas ha llenado de indignación, en primer término a las familias de los “desaparecidos” (forma en que aún se refieren los organismos oficiales a los estudiantes, a pesar de las confesiones de los asesinos), y por demás a una sociedad que no sale de su asombro al ver el nivel de sadismo con que fue ejecutado este crimen.
En nada ayuda a cerrar esta grave herida la actitud asumida por el Procurador General de México, quien en una accidentada rueda de prensa, puso fin a la misma con un “Ya me cansé”, razón por la cual fue fulminado por la opinión pública y las redes sociales, y con razón, pues, ¿cómo puede alegar, el principal representante de la sociedad, cansancio? cansancio es el que tiene un país que ve como sus representantes lo dejan caer más profundo en el abismo y la incertidumbre. De ahí el “hashtag” de tuiteros mexicanos #Yamecanse, enrostrando la falta de autoridad y control de aquellos elegidos para gobernar y dirigir.
Peor aún, la actitud del jefe de estado, Peña Nieto, quien en un intento de poner “mar de por medio” se ausenta del país sin dar una sola declaración de lo sucedido.
Vale agregar aquí la siguiente pregunta: ¿A dónde se dirigían los estudiantes? A protestar contra el corrupto alcalde de un pueblo y su degenerada esposa.
¿Qué puede aprender una sociedad como la dominicana de este episodio?
Hace apenas unos días, una señora fue agredida por expresar su descontento con un individuo que el rumor público señala como un desfalcador.
La señora fue agredida por una turba de delincuentes, quienes arremetieron además contra la prensa, como se ve en los videos y gráficas, aprovecharon hasta para carterear a sus agredidos, evidencia inequívoca de que se trataba de vándalos contratados.
¿Quiénes contrataron a esas lacras?, otras lacras insufladas por sus cargos públicos y su militancia con el partido de gobierno.
Como agravante, los videos también demuestran que las fuerzas del orden no intervinieron más que cuando ya eran consumadas las agresiones, seamos más claros, lo hacían ya para “allantar”, estaban ahí en franca complicidad.
Pero, ¿al día de hoy el conferencista señalado como corrupto ha pedido disculpas?
¿Ha explicado la policía, por qué sus agentes no intervinieron?
¿Si se iniciara una acción legal en contra de los implicados en estas agresiones, muy especialmente los autores intelectuales, serian condenados en el actual sistema de justicia?
¿Quién es el dueño de la justicia?
En toda acción u omisión de la autoridad, que perjudique a un ciudadano, se tipifica la condición de intervención del defensor del pueblo, ¿alguien le ha visto la placa a Zoila?
¿Podría solicitarse ayuda a organismos internacionales de derechos humanos? ¿O acabamos de desconocer nuestra adhesión al principal organismo? ¿Afilamos cuchillo para la propia garganta?
Vea las similitudes.
Así es como, usted que me lee, se acerca a situaciones como la de México, y se coloca… de pechuguita.