Ana Blanco
Escuchar a quien no está de acuerdo contigo es la mejor forma de poner a tu cerebro a analizar las cosas.
Eso en lo que crees con pasión es algo aprendido, la mayoría de las veces, y si te niegas a oír otras versiones te quedas anclado. No se trata de que cambies de opinión, hablo de dar la posibilidad a tu cerebro de comparar, asumir y entonces decidir.
Estar siempre rodeado de quienes piensan como tú no es sano. Se crea un sentimiento de pertenencia, de poder y de tener la razón que lleva casi siempre a irrespetar a quien no entra en esa categoría.
En la diversidad está la riqueza, pero sobre todo en el respeto a lo diferente. Y eso no se logra si siempre estás dando vueltas sobre lo mismo. No hay blanco y negro, hay muchos matices y hay que ser capaz de conocer para realmente opinar y entender.
Una vez que ves todas las posibilidades ahí entra tu capacidad de decisión, de posicionarte, de aportar, de opinar y todo lo que quieras, pero sobre la base de que si quieres que se te escuche, debes dar esa misma posibilidad a los demás.
Me asusta mucho la radicalización que estamos viviendo en todos los sentidos.
Personas con conceptos inamovibles buscando su manada, muchas veces en el anonimato que dan las redes sociales, para querer imponer, juzgar y denostar.
Parece que siempre estamos peleando, enfadados, atacando a quien no piensa como nosotros, y este confinamiento ha disparado esa agresividad.
Así no avanzamos. Nadie te pide que cambies lo que piensas o sientes, quien eres o lo que quieres, solo que entiendas que ese mismo derecho asiste a quienes no lo comparten y creo que a partir de ahí defender tu postura no será un ataque.
