¡La democracia es un sistema político que demanda tanto!, que por eso es difícil su implementación, desarrollo y conservación en el tiempo.
Siguiendo esa línea de razonamiento la dictadura es más simple. Para la democracia es necesaria participación de todos, uso de la razón, vocación permanente al diálogo, creatividad, mitos exorcizados y por supuesto egos reducidos.
El populismo, el caudillismo, el continuismo, la manipulación mediática, la pobreza, entre otros, son patologías que deterioran la democracia y abren las avenidas hacia aventuras autoritarias.
Diagnosticar democracia en un país porque existan elecciones o pluralidad de partidos políticos es una falacia.
Durante el trujillismo se celebraron elecciones de acuerdo con las constituciones vigentes y en México por décadas el PRI controlaba el poder a pesar de que existían otros partidos políticos, valgan esos dos ejemplos.
No es posible una democracia donde la mitad de los ciudadanos – a veces más – no son respetados en los espacios públicos o los entornos íntimos. Es el caso de la violencia permanente contra las mujeres.
El machismo es un sesgo propio de regímenes arcaicos y autoritarios, y en nuestro caso fue articulado por el trujillismo. La democracia dominicana o es femenina o no es democracia.
Podrán existir, y existen, otros indicadores, pero seremos democráticos en la medida que nuestras niñas, adolescentes y mujeres vivan plenamente, sin miedo, sin restricciones.
Sin necesidad de cuotas, sin conteo de femenicidios, sin diferencias salariales. Basta ya que los machos, en todos los órdenes sociales, den las órdenes. Hombres y mujeres merecemos democracia.