Tomás Alba Edison, el gran inventor estadounidense, decía que “muchos de los fracasos en la vida suceden porque la gente no se da cuenta lo cerca que está de tener éxito cuando se rinde”. Y eso aplica para personas y también para los pueblos.
En nuestro país, donde ciertamente abundan tantos casos de corrupción, impunidad, ineficiencias y desaciertos –con aparente razón- muchos tienden a desanimarse y repiten como una letanía expresiones infelices como: “esto se jodió” o “esto no tiene arreglo”.
Hay casos, sin embargo, que nos llenan de optimismo, porque nos revelan que hay un despertar en la ciudadanía, muy a pesar de un largo e intenso proceso de alienación de parte de quienes creen que el poder les ha sido dado como una herencia del cielo, o mejor como una patente de corso.
No todo está perdido. No es cierto que los corruptos enriquecidos súbitamente son invencibles: se oponían al 4 % con argumentos “convincentes e irrefutables”, hasta que la sociedad obligó a que se cumpliera con la ley; la idea de instalar una cementera en Los Haitises; la explotación de loma Miranda, frenada, al menos hasta ahora, por la movilización popular, especialmente de ambientalistas como Luis Carvajal, y activistas como el padre Rogelio.
Entre otros ejemplos del despertar del pueblo dominicano están: el caso de la venta del barrio Los Tres Brazos, cuyos responsables están presos; la venta de terrenos de Bahía de Las Águilas, en el cual actuaron como pandilla miembros de partidos mayoritarios. Un tribunal revocó la venta de esa propiedad del Estado después de casi 20 años de lucha, y gracias a la labor –otra vez- de los ecologistas y abogados como Laura Acosta.
También está el caso de Leonardo Matos Berrido, quien tras asesinar vilmente a su esposa en 1982, fue premiado por los gobiernos de Joaquín Balaguer, Leonel Fernández y Danilo Medina con cargos hasta de embajador en el Vaticano, gerente general del Banco Nacional de la Vivienda, donde se gestionó una pensión de casi medio millón de pesos. Y, para colmo de impunidad, la Liga Dominicana de Béisbol (Lidom) lo eligió como su presidente durante 26 años. Mientras los huesos de su víctima, Edith Gómez, se revolcaban en la tumba.
Todo iba viento en popa para Matos Berrido hasta que Mariasela Álvarez, una exreina de belleza con la cabeza y el corazón bien puestos, junto a otras mujeres valiosas como Marién Aristy Capitán, Faride Raful, Itania María, Carolina Santana y Dania Lora rememoraron el crimen y pusieron a reflexionar a toda la sociedad.
Y fue así como las tantas veces vilipendiadas redes sociales demostraron que no es cierto que el dominicano es un pueblo sin memoria. Hasta el Banco BHD, patrocinador del torneo de pelota, emitió un comunicado definitivo contra la violencia de género. La Lidom no tuvo más remedio que rectificar.
Ahora está sobre el tapete la lucha del municipio de Santo Domingo Este, que se ha levantado en defensa de Los Tres Ojos, en cuyos alrededores el Ministerio de Obras Públicas pretende construir una terminal de autobuses, amenazando un monumento natural que le llevó millones de años a la naturaleza. Si aun queda algo de sensatez en el Gobierno, esa terminal habrá de construirse en otro lugar.
Hacerlo donde han planificado sería un ecocidio, un crimen contra la naturaleza. Por eso, mis queridos lectores, no les crean a quienes de mala fe insisten en sus berridos y nos quieren tapar los ojos para que sigamos creyendo que no hay nada que hacer frente al poderío y falta de escrúpulos de los que hoy gobiernan.
Gracias a la impunidad y su capacidad depredadora se han hecho muy poderosos, es cierto, pero no son invencibles.
Si tiene duda, échele un ojo a Matos Berrido y verá que todo tiene su final..