Cursaba el otoño de 1995 y los Leones del Escogido inician los ejercicios de pretemporada invernal 95-96. Entonces laborábamos en el desaparecido vespertino Última Hora y fuimos asignados para cubrir la primera sesión. Al ingresar al viejo estadio de La Normal visualizamos al exlanzador Ramón “Pintacora” de los Santos por la zona de primera base acompañado de dos prospectos.
Con “Uvita” compartíamos liga de softbol en la Asociación de Cronistas Deportivos de Santo Domingo y con la confianza que daba tal camaradería, pletórico, nos aborda: “Este es David Arias Ortiz, primera base; y Félix Heredia, lanzador zurdo, que los firmé para los Marineros de Seattle, van a ser dos estrellas de Grandes Ligas y tú eres el primero que los va a entrevistar”.
La premonición de “Pintacora” se cumplió con Ortiz y fue a partir de ese punto, en La Normal, que comenzó su visualización como beisbolista profesional hasta culminar con su elección al Salón de la Fama de Cooperstown para la clase de 2022. Citar aquí sus hazañas en 20 años en MLB, tres anillos de Serie Mundial incluido, resultaría llover sobre mojado.
El llamado “Big Papi” fue también un bateador productivo por diez años en la LIDOM y un azote en la Serie del Caribe. Un doble en la esquina opuesta a su bateo zurdo en la entrada 12 en el Hiram Bithorn (San Juan, Puerto Rico), que decidió el clásico de 1999 para el Licey ante el local Mayagüez ha quedado en la memoria del clásico y signó a David como productor mortífero en momentos decisivos.
Ortiz se presentó al clásico de campeones entre 1999 y 2004 con Tigres y Águilas. En 32 partidos azotó el pitcheo con promedio de .355 (121 turnos, 42 hits), 12 dobles, 5 jonrones, 29CE).
David Ortiz demostró ser un “salón de la fama” el cualquier circuito que tuvo posibilidades de enseñar sus destrezas como bateador. Su elección en el primer año de elegibilidad, primer jugador de la historia de la MLB como auténtico bateador designado, confirman la apreciación anterior.
Menuditos: Agradecemos al fraterno German Marte, editor de El Día en su versión digital, que nos reabre la ventana para el retorno a la condición de columnista de este prestigioso diario… Hace unos ocho años que, de motu propio y sin que mediara inconveniente alguno, decidimos no continuar aprovechando el espacio que por este medio se me brindó… En esta nueva oportunidad esperamos no defraudar la confianza ofrecida por nuestro editor y por los amables lectores. Mil gracias y hasta la próxima.