Expresé públicamente mi confianza en que, al conocer las reacciones adversas y las advertencias críticas a la Ley 1-24, en que se pretende sustentar la Dirección Nacional de Inteligencia, el presidente Luis Abinader haría un alto y tomaría en cuenta las opiniones de quienes hemos criticado los aspectos potencialmente dictatoriales de esa ley.
En efecto, el Gobierno dice estar dispuesto a recibir críticas y sugerencias al respecto y, por lo que he visto en la prensa, la Consultoría Jurídica del Poder Ejecutivo, es la vía formal para canalizarlas.
Entonces, hay que pasar de las denuncias a las propuestas y asumir una actitud militante para que se modifique esa ley peligrosa, que amenaza la libertad personal, el derecho a la intimidad y hasta el derecho al secreto profesional y la confidencialidad de las instituciones; que pretende, además, vulnerar el derecho de la prensa a reservarse sus fuentes de información.
El diputado nacional y candidato al mismo cargo por el Frente Amplio, Juan Dionicio Rodríguez Restituyo, la única honrosa excepción que en el Congreso Nacional se opuso a la precitada ley y votó contra ella, tiene la oportunidad de llevar sus señalamientos y propuestas al escenario en que esas propuestas están siendo recibidas y discutidas.
La compañera María Teresa Cabrera, candidata presidencial del Frente Amplio, que criticó enérgica y oportunamente la malhadada ley, saludó con acierto la disposición a escuchar opiniones diversas sobre esa materia que manifestó al presidente Abinader. Juan Dionicio, que es abogado y la profesora Cabrera, que es una lúcida y brillante militante política, pueden coordinarse y llevar la oposición a los aspectos negativos de esa ley y sus propuestas de reforma, a la instancia oficial que esté dispuesta a recibirla.
Las críticas y las denuncias han sido útiles y necesarias, pero no bastan. Si nos limitamos a ellas, nos quedamos a mitad del camino, sobre todo si hay espacios donde tengamos posibilidad de estar presentes y actuar.
La lucha por derechos y libertades no admite el ausentismo ni la mera protesta retórica.
Las calles y la batalla de opinión pública serán siempre los escenarios más idóneos, pero siempre hay que estar dispuestos a dejarse oír y hacer acto de presencia en cualquier escenario por más inhóspito que resulte.
Recuerdo a Lenin, hablando de la audacia de los bolcheviques porque sabían librar la batalla hasta en la Duma del zarismo que era, al decir del maestro, uno de “los parlamentos más reaccionarios del mundo”. Imitemos ese buen ejemplo.