De Carlos Nerilus a Henry Claude Jean…las lágrimas de dos mujeres

De Carlos Nerilus a Henry Claude Jean…las lágrimas de dos mujeres

De Carlos Nerilus a Henry Claude Jean…las lágrimas de dos mujeres

En mayo de 2009 los pueblosdominicano y haitiano fueron conmocionados por la decapitación a plena luz del día del inmigrante haitiano Carlos Nerilus. La macabra acción perpetrada con un hacha fue celebrada por una multitud al ver la cabeza rodar por el suelo.

La víctima era falsamente acusada de haber dado muerte a un dominicano.

Naturalmente, el repudio fue generalizado. Los culpables fueron arrestados. Era fácil identificarlos en los vídeos publicados por internet. No sabemos si guardan prisión aun.

Con la rapidez de la tecnología la noticia se divulgó en tiempo récord en todos los rincones del mundo.

6 añosmás tarde, el pasado 11 de febrero, la imagen de un negro colgado en un parque creó un nuevo impacto en las redes sociales rápidamentetransmitida por varios medios internacionales. Nacionalidad de la víctima: haitiana. País del suceso: República Dominicana. Reacción: un crimen rebosante.

Todo comenzó en 1937 cuando el dictador Trujillo, tras una campaña de intelectuales a su servicio, ordenó la masacre de haitianos en base al color de la piel negra. Los motivos parecen combinados entre sus diferencias personales con corruptos dirigentes haitianos y el pretexto de la amenaza a la dominicanidad de la migración haitiana.

Desde entonces, con sus altos y bajos, en una evidente doble moral respecto a la realidad migratoria, lo de arriba es el discurso dominante, el cual encontró en la campana electoral de 1994 -1996 la ocasión de su radicalización, en razón de la candidatura de Pena Gómez, de origen haitiano.

La alianza entre Joaquín Balaguer y Juan Bosch permitió la victoria de Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), quien logró tres mandatos. Dicha alianza mantiene en el poder ya por 15 años, unos aliados antihaitianos enemigos de la paz insular.

Del ahorcamiento de Henry Claude Jean (Tulile) hay una testigo que lamentablemente no puede hablar. Más, en conversaciones con la viuda, una joven de 22 años, supimos que su difunto compañero no jugaba loto. Igualmente, personas que conocían a la víctima dan testimonio de su conducta intachable.

Nuestro análisis del caso nos llevó a indagar con expertos. Afirman que en la historia de la criminalidad común de Haití no existe un solo caso donde asesinos hayan colgado su muerto. El colgamientotiene su propia esencia y motivación. Asimismo, el “suplicio del collar”, que es un crimen políticamente motivado.

Sorprendió el hecho que la Policía, después de entregar la soga usada por los homicidas y las ropas de la víctima a los familiares, los quiso tener de vuelta al cabo de unas horas, ya posiblemente contaminados con huellas.

La vinculación de dos compatriotas de la víctima al hecho terrorífico es contradictoria a la justificación de la salvaje práctica de linchamientos de la cual fue inocentemente victima Carlos Nerilus. Según la misma, supuestamente los haitianos siempre huyen hacia su país después de cometer un crimen.

¿Qué pudiera explicar en este caso su valentía de tomar el tiempo y los riesgos implícitos para colgar el cuerpo? Aunque no se descarte que dos haitianos pagados, comprados o abusados en sus derechos sean presentados como responsables. Hay que recordar, en el expediente de Maritza Núñez en Hatillo Palma en el 2005, así fue.

Después de tres versiones contradictorias filtradas a la prensa por fuentes policiales, la persistencia en algo tan absurdo exigirá que los dos gobiernos convengan en la necesidad de una experticia internacional para arrojar luz sobre este expediente.
Nuestra testigo muda es Ercilia Pepín.

Una prestigiosa educadora, feminista dominicana, quizás la primera en abrazar las luchas regionales por la justicia, la libertad y la democracia, que no dio la espalda al vecino. Si estuviera en vida, probablemente hoy fuera declarada como muchos “traidora a la Patria” por su colaboración con el comité pro-libertad y democracia de Haití.

Al ver como todo sucedió, llorando de impotencia desde el más allá quiere secar las lágrimas de su tocaya la viuda ErziliaCeluma…susurrándole al oído… “No estás sola, el pueblo dominicano está contigo. No podrán falsear la verdad. Cuidaré de tu compañero…nosotros aquí en el paraíso…ellos allá en el infierno”.



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