Con las victorias obtenidas por los atletas dominicanos en los recién concluidos Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Barranquilla, Colombia, y con el acto de incorporación del pelotero Vladimir Guerrero como uno de los nuevos miembros al Salón de la Fama de Cooperstown, Estados Unidos, el domingo 29 de julio, vimos elevarse por todo lo alto el pabellón tricolor de nuestra nación.
La participación dominicana en Barranquilla fue brillante, ejemplar. La obtención de 25 medallas de oro, 29 de plata y 53 de bronce es la prueba más fehaciente de nuestra afirmación.
La gloria que estos atletas han dado a la República Dominicana es inmensa y hace que los hombres y las mujeres de nuestro país sientan orgullo en compartir con ellos la nacionalidad. ¿Qué decir de su calidad, de su entrega? Fácil es comprobar que son elevadas.
Más del 90% de estos atletas proceden de un estrato social eminentemente popular, experimentando gran parte de ellos condiciones materiales de existencia de gran precariedad.
Cierto es que la situación de Venezuela y las dificultades de Cuba dio más oportunidades a la representación nacional, pero ello no desmerita en nada a nuestros esforzados atletas.
Reconocimiento para ellos y al significativo aporte que hacen para el afianzamiento del sentimiento nacional. Reconocimiento también para los que apoyan a nuestros atletas.
Por su parte, Vladimir Guerrero con su designación como miembro del “Salón de la Fama” de Cooperstown, rescata y afianza nuestro orgullo patrio, sobre todo en momentos en que jugadores de grandes ligas de nuestro país son sancionados por incurrir en las prácticas del dopaje.
Honor a la “Tormenta de Don Gregorio” quien forma parte del limitado 3% de los jugadores del decenio de 1990 en ingresar al “Salón de Fama”. Este inmortal del béisbol tiene la gloria de poseer el promedio de bateo más alto, hasta ahora, entre los dominicanos del mejor béisbol, al alcanzar 318 puntos de average.
En hora buena se produce la gloria de nuestros atletas participantes en los Centroamericanos y del Caribe y de Vladimir Guerrero.
En hora buena, porque el logro de nuestros atletas es la otra cara de la moneda frente a la conducta de líderes políticos egoístas e irresponsables y de encumbrados funcionarios politiqueros tradicionales que han “prosperado” meteóricamente y quienes con su reiterado mal ejemplo estimulan la práctica de la delincuencia en nuestros jóvenes.
Con ese ejercicio llevan al pueblo a un estado de zozobra y de ánimo abatido que encuentra una de sus expresiones en el deseo “de irse” de buena parte de la población. La conducta y los triunfos en buena lid de nuestros atletas, nos recuerdan, por fortuna, que aún hay patria.