SANTO DOMINGO.-El debate político de las últimas semanas se ha centrado exclusivamente en la rivalidad irreconciliable que matiza las relaciones entre el presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández.
Las diferencias entre esos líderes del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) parecen insalvables, desde el punto de vista de que ninguno quiere ni puede ceder su espacio ni su liderazgo de cara a la contienda electoral del próximo año.
Está claro que Medina y Fernández navegan en aguas turbulentas para su supervivencia futura.
De ahí el interés persistente de Medina y sus principales colaboradores en promover una reforma de la Constitución que permita su habilitación política para los comicios del año 2024.
¿Qué está en juego contra Medina? La respuesta es muy sencilla. La trayectoria del hoy Mandatario concluye tan pronto abandone el Palacio Nacional en agosto de 2020, sin la oportunidad que ahora tienen Leonel Fernández e Hipólito Mejía de postularse para esos comicios.
Ocurre que Medina será en vida un “cadáver político”, con el peligro de que sus fuerzas, aglutinadas mediante un trabajo tesonero de años, se dispersen tan pronto no ostente la banda presidencial, ya que en su grupo dentro del PLD no se visualiza ninguna figura potable para continuar con ese proyecto.
En virtud del riesgo vigente de perder primacía en el firmamento político, Medina está obligado a buscar la modificación constitucional para ser habilitado, pero se ha perdido de vista que ese proceso tuvo y tiene que ser materializado por la vía de un consenso o acuerdo que solo era posible -por el conflicto interno actual- en una mesa de negociación que beneficiara al expresidente Fernández y sus seguidores.
El escenario actual se observa muy complicado y delicado para visualizar que un proyecto de reforma de la Constitución pudiera resultar viable, en virtud de los niveles de crispación en el Congreso Nacional, ya que la coyuntura adversa al cambio de la Carta Magna ha obligado a que el bando que encabeza Fernández dentro del PLD coincida con parte de la oposición en la lucha por la preservación del texto legal.
Esta coincidencia contra la maniobra obligatoria que se impulsa desde los promotores de la reelección o habilitación de Medina, representa un punto que aleja la posibilidad de que ese grupo del PLD pueda tener éxito en su interés de imponer el proyecto mediante actos indecorosos, incluido el pago de sobornos.
Medina y su reforma de la Constitución transitan un laberinto peligroso con resultados muy negativos, ya que la habilitación política depende mucho de que Leonel Fernández ceda en el diálogo y quiera perder parte de su credibilidad para permitir que sus diputados y senadores (45 en total) levanten la mano para una reforma.
La lucha de Leonel
Muy inteligente, Leonel Fernández ha capitalizado el escenario de repudio que se observa en la ciudadanía contrario a una posible repostulación de Medina, evidenciado en resultados de encuestas que dan entre el 63 por ciento y hasta el 80 por ciento de opositores al continuismo del Mandatario y sus principales colaboradores más allá de agosto de 2020.
El exmandatario por 12 años (1996-2000, 2004-2008 y 2012-16) está compelido a batallar por la candidatura presidencial del PLD sin importar el sacrificio que tenga que hacer, ya que el encanto político de Fernández podría desvanecerse a partir del próximo año, porque acumularía 16 años fuera del poder de cara a los comicios presidenciales de 2024, lo que significa que al igual que Medina podría perder las fuerzas que siguen sus pasos y también su espacio en el escenario político.
En virtud de la necesidad de prevalencia política, es casi imposible que Medina y Fernández lleguen al punto de avenencia de postergar posibles apetencias inmediatas para promover una tercera vía dentro del PLD sin las garantías de que un triunfo electoral esté asegurado, independientemente de la fortaleza que las encuestas otorguen a esta organización, que podría verse disgregada sin el carisma de sus líderes principales en la batalla político-electoral.
Danilo Medina no puede correr el riesgo de lanzarse a buscar una reforma constitucional en un escenario adverso en el Congreso Nacional, como existe actualmente, con la amenaza de no cosechar resultados favorables en la contienda electoral de 2020, en caso de tener la puerta abierta para postularse por el PLD, sin la bendición de Leonel Fernández y su grupo, caracterizado en un apoyo decidido y en las calles.
Si Leonel Fernández sale victorioso en su lucha en defensa de la Constitución y logra la Presidencia en 2020, prolonga su vigencia política por un periodo de ocho años, en caso de decidir buscar un segundo mandato, sin necesidad de padecer la encrucijada que hoy vive Danilo Medina de gestionar la reforma constitucional.
Escenario de Hipólito
Si bien Danilo Medina está obligado a buscar su habilitación política y Leonel Fernández alcanzar la Presidencia, también el expresidente Hipólito Mejía atraviesa por un futuro político complejo.
El exmandatario debe prepararse para su ‘desaparición’ política a partir de los venideros comicios, obligado por la edad como algo natural, pero también porque perderá incidencia dentro del PRM en caso de que no logre la candidatura presidencial si cae derrotado frente a Luis Abinader en unas primarias cerradas en octubre venidero.
Viendo el panorama actual, la correlación de fuerzas tanto en el PRM como en el terreno electoral nacional, Mejía no cuenta actualmente con incidencia para encabezar un proyecto presidencial que le permita retornar otra vez al Palacio Nacional.
Ya el exmandatario no despierta la “atracción” del pasado en el electorado, que cuenta ahora con el ingrediente de que más de 2 millones de jóvenes acudirán por primera vez a las urnas.
Un nuevo relevo podría surgir tras comicios
Perspectiva. Las elecciones de 2020 podrían ser la puerta para que surjan nuevas figuras en el firmamento político.
Si Medina no es habilitado y Leonel Fernández e Hipólito Mejía se ven forzados a arrinconarse por desgaste en sus liderazgos, entonces el escenario impulsará una nueva camada de políticos que exhiban poder y arraigo en las fuerzas políticas, con la capacidad de sintonía con una sociedad cada vez más exigente y con responsabilidad para demandar compromisos de sus líderes normados por la decencia del ejercicio de la política y en repudio de la corrupción y la impunidad.