Texas.- La muerte por inyección letal del hispano Daniel López está marcada para las seis de la tarde hora local, 23:00 GMT en la prisión de Huntsville, Texas.
El joven de 27 años es considerado técnicamente un voluntario de la pena de muerte, como se conoce a los condenados a los que un tribunal concede su petición formal de renunciar a futuras apelaciones.
Esa concesión le fue otorgada a López por un tribunal federal.
Tras ser condenado a muerte en 2010, López solicitó en reiteradas ocasiones que se acelere su proceso de ejecución, que en ocasiones se prolonga durante décadas.
«No le veo el punto a esperar 20 años a que finalmente decidan ejecutarme», señaló en una entrevista reciente.
Pero a pesar de la clara voluntad expresada por López sus abogados siguen intentando salvarlo y argumentan que el joven tiene una historia de enfermedad mental y varios intentos de suicidio.
Su equipo defensor llevará este mismo miércoles su lucha a la Corte Suprema de Estados Unidos para que la ejecución sea postergada, según informes en la prensa estadounidense.
Condenado por matar un policía
López fue condenado por la muerte en 2009 del policía Stuart Alexander, de 47 años, un agente con dos décadas de experiencia.
La muerte de Alexander ocurrió tras una persecución policial que comenzó luego de que otro agente intentara detener a López cuando éste se saltó con su vehículo una señal de parada en un barrio de la ciudad de Corpus Christi.
Tras una reyerta con el agente, López se dio a la fuga a alta velocidad y llegó a un punto en la carretera en el que Stuart Alexander acababa de colocar dispositivos para pinchar llantas con el fin de detenerlo.
López aseguró que intentó esquivar los dispositivos y atropelló al agente.
Según registros del caso, durante la fuga se comunicó con su madre, María Teresa Quintero, a quién habría señalado «creo que atropellé a alguien, no pude ver porque me habían lanzado gas pimienta».
López fue interceptado poco después, tras recibir disparos en el brazo, cuello y espalda a su paso por otro control policial.
El joven dijo después que huyó cuando el primer policía intentó detenerlo porque tenía drogas en su vehículo. La policía halló posteriormente en el auto doce paquetes de cocaína.
Registros judiciales citados por varios medios de prensa señalan que López estaba bajo libertad condicional luego de haber sido condenado por mantener relaciones sexuales con menores.
«Está intentando suicidarse»
Los abogados de López cuestionaron la decisión del tribunal federal que encontró al joven mentalmente competente para renunciar a sus apelaciones.
También señalan que no debió haber sido condenado a muerte, porque no tuvo intención de matar a Alexander.
Pero su principal argumento es que López tiene una historia de enfermedades mentales y varios intentos de suicidio y está usando su condena para llevar a la realidad su largo deseo de acabar con su vida.
«Es claro que se ha permitido a López usar el sistema legal en otro intento de quitarse la vida», dijo el abogado David Dow.
Los fiscales del caso, en cambio, afirman que López fue examinado por un psicólogo y testificó ante un tribunal federal que no constató problemas mentales.
De acuerdo a la ONG The Forgiveness Foundation o Fundación del Perdón, una organización cristiana contraria a la pena de muerte, López abandonó su educación con unos 15 años.
La fundación asegura en su sitio en internet que «a lo largo de su infancia Daniel fue diagnosticado con el síndrome de déficit de atención».
Otro de los abogados defensores de López, Luis García, dijo que su cliente estaba muy lejos de ser el monstruo descrito durante el juicio en su contra.
García dijo que López provenía «de un hogar quebrado y dos veces intentó cometer suicidio cuando era adolescente, una vez intentando cortar sus venas y otra con una sobredosis».
Si la ejecución tiene lugar, Daniel López será el décimo preso ejecutado este año en Texas y el número 19 en todo el país.
El 50% de las ejecuciones de 2015 han tenido lugar en Texas.
El mismo estado también tiene previsto ejecutar el jueves a Tracy Beatty, de 54 años, condenado por asesinar a su madre en 2003.
Al menos otros siete prisioneros en el corredor de la muerte en Texas tienen fechas de ejecución en los próximos meses.