Damas de hierro

“Dama de Hierro” es un apodo atribuido a la antigua primer ministro inglesa Margaret Thatcher, por su gestión al frente del gobierno británico, donde ejerció el poder con una actuación firme, apegada a sus convencimientos, impulsando reformas, sin concesiones ni populismos.

En nuestra época, el apodo “Dama de Hierro” es atribuido a la canciller y jefe del gobierno alemán Angela Merkel, quien desde 2005 ejerce las funciones de líder de la política alemana, y por medio del Banco Central Alemán, de facto, casi de toda Europa.

Aquí en el país ese apodo se le pegó momentáneamente a la hoy ministra de la Mujer, Alejandrina Germán, pero al perder relevancia se le quiso traspasar a la actual vicepresidenta, Margarita Cedeño de Fernández, quien en la campaña política pasada mostró su vocación presidenciable, pero el apodo no se le pegó.

“Dama de Hierro” no implica una conducta descortés, malcriada ni torpe, sino todo lo contrario, con maneras suaves, femeninas, propias de los seres mejores educados, se aferran a sus convicciones y sentido político para impulsar reformas claras y precisas que entienden favorecen a las mayorías.

En nuestra sociedad, donde el quehacer político es ampliamente dominado por el género masculino en ese constante exhibir del machísimo, sin reconocerse que la mayoría de las veces tienen tras de sí a grandes mujeres. Con la evolución del partido de gobierno, y el desmán del principal partido opositor, la sociedad se pregunta: ¿dónde están las demás Damas de Hierro de nuestra sociedad?
Las recién concluidas elecciones internas como parte del VIII Congreso del PLD, y la próxima Convención del PRD no evidencian de que en el futuro cercano podamos tener nuestras propias “Damas de Hierro”.

De seguro que una mayor presencia y liderazgo femenino en nuestra política contribuirá a un sistema social más representativo, y a políticas más incluyentes.