BARCELONA. – Krzysztof Charamsa, el cura polaco que escandalizó al Vaticano anunciando su homosexualidad, escribió un manifiesto de liberación gay con diez mandamientos dirigidos a la Iglesia católica para que abandone «la persecución» contra este colectivo.
«No es como el caso del Estado Islámico que persigue personas homosexuales matándolas. La Iglesia católica no mata a las personas, pero las mata psicológicamente», asegura Charamsa en una entrevista con la AFP.
«Las mata con su posición retrógrada, con su rechazo, con su desprecio y con las continuas enseñanzas contra los homosexuales», precisa.
En un céntrico hotel del barrio gótico de Barcelona, a escasos pasos de la catedral de esta ciudad española donde reside ahora con su pareja, Charamsa desgrana los detalles de este «Nuevo manifiesto de liberación gay» entregado en exclusiva a la AFP.
Lo hace vestido de calle, con una americana negra y una camisa azul. Después de presentar a su pareja públicamente, este antiguo alto funcionario del Vaticano y teólogo de 43 años fue suspendido por la conferencia episcopal de Polonia y ya no puede administrar misa ni llevar sotana.
«Cómplice del terror antihomosexual»
Su manifiesto es «una llamada a la Iglesia católica, una especie de nuevos Diez Mandamientos para aplicar en este ámbito», explica.
En él, reclama al Vaticano anular los documentos ofensivos de la enseñanza católica sobre las personas homosexuales, revisar la interpretación eclesial de los textos bíblicos en relación a esta materia y admitir a las personas homosexuales en el sacerdocio.
Asimismo, propone iniciar un diálogo con las confesiones evangélica y anglicana, más avanzadas en el reconocimiento de los derechos homosexuales, y exige disculpas del Vaticano «por sus omisiones y silencios, sus persecuciones y crímenes realizados contra las personas homosexuales a lo largo de los siglos».
Actualmente, la doctrina católica señala que las relaciones homosexuales «faltan de la forma humana», «son intrínsicamente desordenadas» y «contrarias a la ley natural». Pide «respeto y compasión» para ellos pero les exige castidad.
«Estos textos deben ser juzgados como ideológicos, es como decir que la Tierra es plana y no se mueve. Están más cerca de las posiciones del fundamentalismo islámico que de la razón», acusa Charamsa.
La postura se basa en pequeños fragmentos de la Biblia que, en su opinión, no condenan explícitamente la homosexualidad y deben enmarcarse «en el contexto histórico y cultural de su escritura». «Hace siglos usábamos la Biblia para defender la esclavitud», recuerda.
En su manifiesto, también exige a la Iglesia que no critique la legalización del matrimonio sexual en algunos países mientras que no condena la penalización de la homosexualidad en decenas de países del mundo.
«La Iglesia católica se alegra, está contenta con estos casos de persecución y penalización porque la penalización de la homosexualidad es una confirmación legal de su enseñanza sobre la homosexualidad», afirma.
«Hasta que no rechace y condene abiertamente esta penalización es cómplice del terror antihomosexual».
«Me siento en paz»
Hace ya un mes que anunció públicamente su homosexualidad, con una explosiva rueda de prensa en Roma justo el día antes del inicio de un sínodo sobre la familia en el Vaticano.
Ahora vive en el barrio gay de Barcelona y no se arrepiente de su decisión. Se siente «liberado», «en paz». «Ahora me siento mejor gay y más sacerdote que antes», afirma con una amplia sonrisa.
Por ahora no tiene trabajo, más allá de atender las numerosas entrevistas de los medios de comunicación. «Con 43 años no es fácil encontrar algo», dice.
Su intención es reanudar la enseñanza universitaria –era profesor de teología en Roma– y escribir un libro sobre su experiencia como homosexual en el Vaticano.
Para él, su caso es ejemplo de «la eliminación y persecución de personas gays dentro de la Iglesia». Por ello, exige que se anule la instrucción del papa Benedicto XVI en 2005 conforme los curas homosexuales no deben reconocer públicamente su orientación sexual.
«Ante esta instrucción, todos los curas homosexuales tienen la obligación moral de salir del armario para mostrar al Vaticano que existimos y somos buenos curas», asegura. Si los tuvieran que expulsar a todos, «sería posible que la Iglesia se quedara bastante sola», advierte.